El deseo, dos

Existen varias cosas que no llego a comprender, cosas de la mente, de la razón, de la conciencia, cosas que no alcanzo a entender. Las culturas orientales identifican la razón, la conciencia, con el corazón, la mente la sitúan en medio del pecho, lugar donde esta el corazón.
No dejan de tener razón. No dejan de tener corazón.

Existen cosas de mi corazón que no llego a comprender, una de ellas es el ansia que nace en mi por ciertos objetos, la heroina. Es el deseo convertido en aferramiento, es el aferramiento convertido en enfermedad. La enfermedad en adicción, la adicción en conducta.
No entiendo que se desnaturalice el deseo hasta convertirse en conducta, pasando por esos pasos intermedios. Parece ser que el deseo, origen de todos nuestros males y a pesar de ello motor de la conducta humana, mueve a la persona y la hace vivir. El deseo hace que yo viva, trabaje, ame o llore. Porque el deseo es un sentimiento fundamental para que haga las cosas, para vivir. Y sin embargo este mismo deseo hace que me despeñe por el abismo continuamente. El deseo me produce sufrimiento, porque tanto si consigo el objeto de deseo como si no, sufriré de igual forma, en una ocasión por no lograr ese objeto y en la otra por lograrlo y cansarme de él al momento.

No entiendo porque hay objetos que se desean tanto, incluso se mata por ellos. Hace tiempo enferme de deseo y hoy en día padezco las consecuencias. Aún así y todo no comprendo ese mecanismo tan poderoso que se apodera de mi como enfermedad viral estacional.
Eso si, esta enfermedad la padecen todos los humanos, es más, también los animales están sujetos a esta tiranía.

La primera verdad Noble dice que en este mundo hay sufrimiento. Y si me fijo veo que si, que el sufrimiento lo impregna todo como un manto pegajoso, como una tela de araña, invisible a veces.
La segunda verdad Noble explica que ese sufrimiento que existe en el mundo está ocasionado por el Deseo (con mayúsculas). Que dos verdades más incontrovertibles.

Más adelante explicaré las otras dos verdades Nobles que quedan.