Yo, el pedorro
Hay días en los que se está más sensible de lo normal, ese tonto día que no sé sabe por qué pero descubres ahí en el ojo esa pesada y molesta lágrima queriendo salir de su estanque vítreo, queriendo desbordarse e inundar toda esa superficie esteparia de la mejilla. Son días raros, no son infelices son raros, son normales pero raros a más no poder. Mi teoría es que creo que se han ido sumando pequeñas cosas inoportunas a lo largo del día o de los días anteriores y sumadas una a una forman una pequeña montaña de sensibilidad, en el que llega un momento, como siempre ocurre, que se alcanza el estado crítico y que así como cuando hacemos castillos con naipes o figuras con arena de la playa o torres de copas de champán aparece en un instante esos momentos ocultos en los pliegues del tiempo y hace que todo haga….plaf! Todo se viene abajo, todo se desarma, todo se cae. Tu pequeña obra maestra se desmorona y estalla dentro de mi un grito que dice ¡incomprensión! …no, no, bueno es algo así como ¿¡joder! Por qué no me ha salido como quería? A continuación de los reproches hacia uno mismo por no ser así, por ser asao…aparece eso de lo que hablo, es algo no frecuente, es algo extraño, es un momento de rara sensibilidad. Zas!! empiezo a llorar y un nudo en el pecho aprieta para que no pueda respirar, ¡zas! más lágrimas sin venir a cuento. Bien, está bien pero y ¿por qué?, ¿por qué me pasa eso?. Ese lloro desconsolado por algo que no veo con claridad, algo que no logro determinar, pero que me hace sentir el ser más desgraciado e infeliz de la tierra.
Y esto pasa, si pasa, ya lo creo que pasa. Y cuando me pasa hace que quiera tirarme por un puente y dejar todo atrás, `pero me da miedo lo que vendrá y prefiero enfrentarme a lo que tengo ahora. Pero ¡coño! qué ganas entran.
No escribo porque todo me ha salido mal, como siempre andaba haciendo una filigrana en equilibrio y como casi siempre todo ha aparecido desbaratado. Llevo unos días nefastos y hacen que me enquiste en mi mismo como los erizos cuando les vas a tocar y que me meta en mi concha como el caracol cuando le tocas un cuerno. Estoy jodido y por lo tanto de mal humor, no escribo ni cuento cosas porque no me entran ganas. Y así de esta fantástica forma de estar paso y paso los días, contándolos para ver cuando acaban, para ver cuantos son los putos días que he estado jodido. Cuando se me pase lo contaré y diré las necedades que nos tiene reservada la vida y que por arte de birbibiloque aparecen de vez en cuando y nos putean hasta el extremo de no comprender como es posible que llegue a ser tan estúpido.
No, no creo que sea la vida la que nos putea, creo que soy yo el que me puteo, parece que yo soy el más firme enemigo de mi mismo. ¡Qué idiota señores!. Qué absurdo soy, trataré de mejorar y a ello voy, hasta luego amigos.