OM TARE TUTARE TURE SOHA

viernes, 24 de noviembre de 2006

La pregunta

¿Qué sensación es esa que se produce cuando viajas en tren o en autobús, en un servicio público, y te quedas dormido y cuando te despiertas te das cuenta de que te has pasado varias paradas?. Te encuentras en un lugar que no corresponde, en un sitio desconocido. Piensas lo estúpido que he sido al pasarme de parada, quizás tuviera prisa, una entrevista de trabajo, una cena importante, algo con trascendencia. Me encuentro en un lugar que no reconozco, no sé volver, todo me es desconocido y puede, si estoy muy inquieto, que todo sea amenazante.
Es de noche, tarde, el último autobús ya pasó y tu de píe, allí o aquí, desconcertado y sin saber que hacer. La cabeza funciona a mil por hora y la angustia que ha empezado como un hormigueo en los píes, sube y sube por las piernas hacia el estómago, colocándose entre el pecho y la tripa, ahí se agarran los nervios. Parece que hay varias partes en ti, una; la cabeza, está ardiente, espesa y notas la velocidad de los engranajes mentales. Otra; el centro del pecho, pesado como plomo, una zona que normalmente es hueca ahora se torna maciza y dolorosa por su expansión, esa angustia que clama por traspasar los límites del pecho y extenderse más allá de las últimas luces del horizonte.

¿Puede uno imaginarse una situación como esta?.En esos momentos, cuando uno está absolutamente solo, cuando todo lo que existe es una idea mental, un pensamiento. Cuando no existe otra cosa que la sensación inquieta, dolorosa, angustiosa de estar fuera de lugar, cuando todo tu universo cabe en un pañuelo, cuando ni siquiera te acuerdas de lo que te ha llevado a estar en este lugar, es cuando la persona, yo, se da cuenta de que nada importa. Todas esas preocupaciones que se tienen diariamente y se piensa que son insalvables, desaparecen y ves que son nada más que pensamientos. Pensamientos que tienen vida propia, que hacen y producen sensaciones y sentimientos y estos producen razonamientos y acciones, nos movemos de acuerdo a esos pensamientos, que justo en este momento desaparecen y no son nada. ¿Qué hay detrás de toda la fabricación de ideas y pensamientos? ¿Qué hay detrás de toda mi biografía? ¿Qué hay detrás de eso que llamo Jody Dito?, es solo un nombre.
No hay nada, nada existe, salvo la elaboración mental que produce mi cabeza. Si, así es, solo, desamparado, de noche, sin autobús que te devuelva al punto de partida, con frío, dividido en cabeza y pecho-tripa, perplejo … como perro vagabundo.

Dime, ¿te ha pasado alguna vez esto?, contesta ¿te puedes imaginar una situación así?
¿Qué hago?, ¿cómo vuelvo al punto de partida? ¿de qué forma escapo de mi angustia?
Lo primero es autoculpabilizarse, por haberme quedado dormido, “¿si hubiera estado atento?”, después llega la rabia “¡¡qué estúpido soy!!” y algo más tarde, la resignación, "¡en fin, ya está todo perdido!".
Una vez que me doy cuenta de que no hay vuelta atrás, si tengo la suerte de percatarme de que cualquier sentimiento o emoción que quiera fabricar para adornar esos momentos es ya inútil, quizás en esos instantes cuando ya no importa ni el encontrarse en ese lugar dejado de la mano de Dios, ni la razón que me hizo empezar este viaje, ni siquiera , y esto es casi lo más importante, lo que pueda venir, el futuro. Entonces, solo entonces, es cuando llega la calma que te hace ver el vacío de mi, tu, propia existencia. Solo ocupado por pensamientos que dan lugar a sensaciones que dan lugar a emociones y que dan lugar a actos y … vuelta a empezar.
Círculo infinito, invisible, al que estamos encadenados, siendo tan ignorantes y ciegos que en vez de mirar a las cadenas miramos al deseo, ese deseo que nos urge a alcanzar el objeto de nuestros pensamientos. Es el tonto que mira al dedo cuando le señalan la luna. Es difícil de alcanzar esa calma, tan difícil que la mayoría de nosotros decimos que no existe y lo decimos porque no somos capaces de abandonarnos a esa situación en la que nos encontramos perdidos, en la que nos vemos a varias paradas más allá de nuestro destino. Me dejo llevar por mi angustia artificial, por mi desesperación creada al pensar que no me he bajado en la parada correcta.
Por un lado me doy cuenta de todo esto, de la grandeza de nuestra naturaleza, inconmensurable y llena de potencial, pero no soy capaz de vivirlo, de hacer lo que se debe cuando llega el caso. Solo encuentro desesperanza y no logro exclamar “¡ya basta!” y parar todas esas justificaciones mentales acerca de lo difícil que es llegar a un estado de calma y satisfacción con lo que se es, con lo que se tiene, con la unión de mi yo y la “realidad que es”( no la que yo fabrico segundo a segundo). No soy capaz de abandonarme a esa soledad del lugar desconocido y equivocado a donde he llegado por no importa que motivo o que circunstancia y calmarme y darme cuenta de que todo es un gran y absurdo pensamiento surgido de las entrañas de mi cerebro.

Qué coño importa todo lo que pase, si siempre me queda la voluntad de de usar mi libertad de elegir, de elegir lo bueno, lo correcto, pero ¿qué es lo bueno y lo correcto?
La risa, el perdón, la generosidad y sobre todo el amor que me debo a mi mismo.
¿Podré? ¿seré capaz de darme todo esto?

jueves, 16 de noviembre de 2006

Otro chico cualquiera

Pues no, evidentemente no es un buen momento para mi. Muchos dicen, yo lo he oído decir, que la fe es algo despreciable, algo con lo que se puede vivir sin tener relación con ella. Desprecian a la fe, un concepto que no se comprende, más que eso lo que ocurre es que no se entiende o simplemente no se sabe lo que es. La fe es un puntal de nuestra razón y se quiera o no todos tenemos fe en algo. Muchos lo niegan, pero porque no saben lo que es la fe.
No es que yo no tenga fe, es que la he perdido en una curva de mi vida. Y quizás no sea eso sino que puede que por mi actual actitud ante la vida se haya ocultado entre mis neuronas. La fe siempre mantiene la alegría de vivir. La fe adorna al intelecto y lo aumenta de valor. La fe es el pan y el vino de la acción. La fe es un abrigo para noches desesperadas. La fe son las flores del desierto. Mueve montañas, nunca mejor dicho. Y hace mejor al hombre.
Pues bien, yo no encuentro mi fe, no me he molestado en buscarla solo sé que no está conmigo y eso me hace sufrir tanto que...

Todo en mi vida parece que va sobre ruedas, mi situación económica nunca ha sido tan majestuosa y tan libre de preocupaciones. Los números de mi cuenta corriente son de seis cifras. Mi deseo hacia los demás nunca ha estado tan claro y lleno de buenas intenciones. Incluso mi exnovia parece que me mira como antes. Todo lo que me rodea parece salido del premio gordo de la lotería de navidad (que es en la que más se gana). Y por el contrario siento que me inclino hacia el precipicio sin nada a que agarrarme, justo un momento antes de la desgracia. Es algo así como cuando observas desde una habitación caliente y con un gran ventanal la ventisca y el furor del mal tiempo exterior. Todo está bien a mi alrededor pero existe un bien palpable peligro al acecho.
¿Cómo he llegado a esta situación? creo que la respuesta es por, a causa, de mi ignorancia y mi ausencia de voluntad. He ido desandando todo lo logrado con esfuerzo y dolor, sabiéndolo, si, pero cual robot sin conciencia, con la mirada fija en el horizonte, como un "rambo" cualquiera sin inteligencia, sin sentir las piernas, zombi, y con falsa determinación.

Hasta aquí he llegado, hasta mi total ausencia de alegría por vivir. Mi sentimiento de culpabilidad es tan poderoso que no paro de llorar dolorosamente. No hay consuelo posible, ni merecido. No hay una mano que me suba, ni soy digno de ella, no, no os molestéis. Si, aquí estoy, en este lugar tan desconsolado, en este lugar tan árido de sentimientos de amor hacia las cosas. He estado callado porque no hacia más que sorprenderme de mi estupidez tan inconsciente. ¿cómo es posible escribir en un lugar donde no llega la luz?, pues bien hasta aquí ha llegado este esfuerzo en poner letra sobre letra en crear frases con sentido. Ya no hay más fuerzas para continuar, hasta aquí he llegado por hoy. Hasta pronto, Dios lo quiera (frase hecha que significa "hasta que me salga de los cojones romper mis cadenas").

viernes, 10 de noviembre de 2006

Un Chico cualquiera



Escucharlo todas las veces que querais. Es bueno.

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