La pregunta
¿Qué sensación es esa que se produce cuando viajas en tren o en autobús, en un servicio público, y te quedas dormido y cuando te despiertas te das cuenta de que te has pasado varias paradas?. Te encuentras en un lugar que no corresponde, en un sitio desconocido. Piensas lo estúpido que he sido al pasarme de parada, quizás tuviera prisa, una entrevista de trabajo, una cena importante, algo con trascendencia. Me encuentro en un lugar que no reconozco, no sé volver, todo me es desconocido y puede, si estoy muy inquieto, que todo sea amenazante.
Es de noche, tarde, el último autobús ya pasó y tu de píe, allí o aquí, desconcertado y sin saber que hacer. La cabeza funciona a mil por hora y la angustia que ha empezado como un hormigueo en los píes, sube y sube por las piernas hacia el estómago, colocándose entre el pecho y la tripa, ahí se agarran los nervios. Parece que hay varias partes en ti, una; la cabeza, está ardiente, espesa y notas la velocidad de los engranajes mentales. Otra; el centro del pecho, pesado como plomo, una zona que normalmente es hueca ahora se torna maciza y dolorosa por su expansión, esa angustia que clama por traspasar los límites del pecho y extenderse más allá de las últimas luces del horizonte.
¿Puede uno imaginarse una situación como esta?.En esos momentos, cuando uno está absolutamente solo, cuando todo lo que existe es una idea mental, un pensamiento. Cuando no existe otra cosa que la sensación inquieta, dolorosa, angustiosa de estar fuera de lugar, cuando todo tu universo cabe en un pañuelo, cuando ni siquiera te acuerdas de lo que te ha llevado a estar en este lugar, es cuando la persona, yo, se da cuenta de que nada importa. Todas esas preocupaciones que se tienen diariamente y se piensa que son insalvables, desaparecen y ves que son nada más que pensamientos. Pensamientos que tienen vida propia, que hacen y producen sensaciones y sentimientos y estos producen razonamientos y acciones, nos movemos de acuerdo a esos pensamientos, que justo en este momento desaparecen y no son nada. ¿Qué hay detrás de toda la fabricación de ideas y pensamientos? ¿Qué hay detrás de toda mi biografía? ¿Qué hay detrás de eso que llamo Jody Dito?, es solo un nombre.
No hay nada, nada existe, salvo la elaboración mental que produce mi cabeza. Si, así es, solo, desamparado, de noche, sin autobús que te devuelva al punto de partida, con frío, dividido en cabeza y pecho-tripa, perplejo … como perro vagabundo.
Dime, ¿te ha pasado alguna vez esto?, contesta ¿te puedes imaginar una situación así?
¿Qué hago?, ¿cómo vuelvo al punto de partida? ¿de qué forma escapo de mi angustia?
Lo primero es autoculpabilizarse, por haberme quedado dormido, “¿si hubiera estado atento?”, después llega la rabia “¡¡qué estúpido soy!!” y algo más tarde, la resignación, "¡en fin, ya está todo perdido!".
Una vez que me doy cuenta de que no hay vuelta atrás, si tengo la suerte de percatarme de que cualquier sentimiento o emoción que quiera fabricar para adornar esos momentos es ya inútil, quizás en esos instantes cuando ya no importa ni el encontrarse en ese lugar dejado de la mano de Dios, ni la razón que me hizo empezar este viaje, ni siquiera , y esto es casi lo más importante, lo que pueda venir, el futuro. Entonces, solo entonces, es cuando llega la calma que te hace ver el vacío de mi, tu, propia existencia. Solo ocupado por pensamientos que dan lugar a sensaciones que dan lugar a emociones y que dan lugar a actos y … vuelta a empezar.
Círculo infinito, invisible, al que estamos encadenados, siendo tan ignorantes y ciegos que en vez de mirar a las cadenas miramos al deseo, ese deseo que nos urge a alcanzar el objeto de nuestros pensamientos. Es el tonto que mira al dedo cuando le señalan la luna. Es difícil de alcanzar esa calma, tan difícil que la mayoría de nosotros decimos que no existe y lo decimos porque no somos capaces de abandonarnos a esa situación en la que nos encontramos perdidos, en la que nos vemos a varias paradas más allá de nuestro destino. Me dejo llevar por mi angustia artificial, por mi desesperación creada al pensar que no me he bajado en la parada correcta.
Por un lado me doy cuenta de todo esto, de la grandeza de nuestra naturaleza, inconmensurable y llena de potencial, pero no soy capaz de vivirlo, de hacer lo que se debe cuando llega el caso. Solo encuentro desesperanza y no logro exclamar “¡ya basta!” y parar todas esas justificaciones mentales acerca de lo difícil que es llegar a un estado de calma y satisfacción con lo que se es, con lo que se tiene, con la unión de mi yo y la “realidad que es”( no la que yo fabrico segundo a segundo). No soy capaz de abandonarme a esa soledad del lugar desconocido y equivocado a donde he llegado por no importa que motivo o que circunstancia y calmarme y darme cuenta de que todo es un gran y absurdo pensamiento surgido de las entrañas de mi cerebro.
Qué coño importa todo lo que pase, si siempre me queda la voluntad de de usar mi libertad de elegir, de elegir lo bueno, lo correcto, pero ¿qué es lo bueno y lo correcto?
La risa, el perdón, la generosidad y sobre todo el amor que me debo a mi mismo.
¿Podré? ¿seré capaz de darme todo esto?