El regreso de la Bestia
Escapé de esta ciudad brumosa por el CO2, asfáltica, llena de pisos, apartamentos y cuchitriles, de árboles exiguos por falta de crecimiento, de bares, de bancos, de oficinas en alquiler, de suciedad y , como no, de personajes imposibles.
Y me fui, lejos, a la naturaleza, al aire puro, al verde, a las estrellas nocturnas, a las fases lunares, al frío de madrugada, al ambiente húmedo de la cercanía de la mar, y más, algo más. Me instalé, deshice la maleta y la droga que llevaba se me acabo al tercer día. A partir de ahí fue la estancia, la travesía por el infierno. El "mono" más fuerte e incomodo que he pasado, el dolor y la necesidad, el abotargamiento y la necedad, la desesperación y el agobio. Durante 10 días, quizás más, fue estar tumbado en una parrilla de barbacoa, como San Lorenzo y su Escorial.
Cuando un Yonki se va de vacaciones o sale de su ciudad debe procurarse o tener en cuenta varias cosas; una es llevar suficiente droga para pasar los días que estés fuera, otra es conocer el sitio donde vayas y saber que puedes conseguir droga allí, o bien que el tiempo que estés fuera se cuente por horas más que por días.
Yo creía que tenía controlada la segunda opción, pero llegué y todos los camellos estaban en el "trullo", a la sombra, no había heroína, no había nada. Y ahí caí en un profundo precipicio de dolor y angustia. 10 días con sus noches, quizás más, fué el más doloroso infierno caliente y terrorífico que visité.
Y...?, pues que pasaron las horas, pasaron los días y pasó todo, incluso el mono y hete aquí que pasé de la heroína y no tomé más, la dejé, como a una novia abandonada, como a un autostopista en la cuneta, así fue.
¿Qué bien, eh?, pero no, no está bien, porque como en todo drama que se precie, el destino no nos deja en paz nunca. Por lo tanto he de decir que "La Bestia regresa". No tomo heroína pero el hábito de fumar es difícil de quitar y donde estaba no había heroína pero si había "coca", mucha coca, toneladas de coca, el paraíso de la coca, no, no es Colombia, pero como si lo fuese. Así es que ahora fumo coca y no heroína, el regreso de la bestia. No estoy dispuesto a permitirlo, como es evidente, lucho por abandonar también este vicio. Claro que lo conseguiré.
De momento me pregunto ¿como es de arraigada la fuerza que te conquista y que viene de la droga, como una sustancia puede encajonarte, atarte, encadenarte a ella tan contundentemente y firmemente, como es posible arrastrarse detrás de un hábito y no tener fuerzas para zafarte, soltarte y correr libremente la vida?
El acto negativo tiene más fuerza que el positivo, el hábito negativo se pega en el cerebro más íntimamente que el positivo, a pesar del predominio de lo positivo en la naturaleza. Ese espejismo que nos hace creer que hay más o es más abundante lo negativo que lo positivo es un engaño de nuestra mente, acostumbrada desde un tiempo sin principio a atarse a lo negativo.
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