Un camello II
Los "camellos" no son unos animales con una joroba......los "camellos" son gente sin escrúpulos que vende droga, heroína, en pequeñas cantidades. Una "papelina" o una "bolsita" a seis euros. No da para mucho, siempre hay que comprar más.
Así pasa la vida del jonky, no es variada, rutina y más rutina. Me levanto con mal cuerpo, como si hubiera dormido en una auténtica tabla, cansado de antemano, antes de hacer nada ya estoy cansado. Así, así se levanta el jonky, a las dos de la tarde, no se madruga en esta profesión. Una vez que dejan de dolerte los huesos de una manera profunda, intensa, me pongo en movimiento para buscar al "camello"...ese animal sin escrúpulos y sin joroba.
Mi camello era iraní, de Irán, en medio del oriente, gordito y bajito, moreno, no negro, árabe. Y claro, él no tomaba heroína, iba mal para el negocio. Todos sus ayudantes, el ejército de "camellos" que reclutaba para expandir el negocio, la condición indispensable, era no tomar heroína, eran exjonkys muchos de ellos. Pues bien mi camello expandía su negocio hasta los límites permisibles para su integridad física, ¿cuales?.....gitanos era la palabra clave, hasta ese límite expandía su negocio.
Se sabía que los negocios con los gitanos casi, casi siempre salían mal. Nadie sabe porque, pero casi siempre salían mal. Pero los iraníes son gente mercader, son gente de negocios y.....se aventuró.
Mi camello hizo negocios con un personaje siniestro, "el rata", gitano de bien, mejor dicho de mal, de muy mal, malamente, del poblao "las barranquillas". Era y digo era con razón por lo que después contaré, su historia es la historia de esta historia que cuento.
"El rata", como cualquier habitante de ese reino infernal encarnado en Madrid, "Las Barranquillas", el "supermercado de la droga", como lo bautizó un periódico, quería prosperar y mi camello quería expandir su negocio. Se junto el agua con el aceite, y claro, siempre que eso ocurre todos sabemos lo que pasa. Mi camello disponía de cantidad de material (heroína) y "el rata" disponía de cantidad de demanda (jonkys)....e hicieron negocio. Una vez, otra vez, otra más y otra más y bastantes más. El material, la demanda, todo iba viento en popa. Pero el material cuesta dinero, se da a cambio de dinero y "el rata" tenía verdadera pasión por él, por el dinero. La primera partida, de dos kilos, se pagó y aquí se acabó. La segunda, tercera, etcétera....esas no se pagaron. El dinero se volatilizaba, entraba a paladas en el "chabolo" del "el rata", tal y como entraba, parecía que ráfagas de viento lo sacaban por la ventana. Los billetes de 10, 20...50 euros se metían en cestas para la ropa sucia, todos los días se llenaban dos cestas de ropa sucia y todos los días se vaciaban los paquetes de kilo de heroína prensada, dura, marrón claro, polvo de muerte.
Mi camello que era iraní no se andaba con chiquitas, cuando la cantidad adeudada hubiera servido para comprar, fácilmente, un piso de tres habitaciones en un céntrico barrio de Madrid, le hizo saber al "el rata" que había que pagar porque si no se pagaba, había "matarile", vamos que habría sangre de por medio.
"El rata" lo sabía, mi camello lo sabía, yo lo sabía y en ese mundo se sabía, era ley.
Pero mi camello que era iraní y no gitano, no podía ir a las "barranquillas" así porque si y pegarle un tiro al "el rata". Y "el rata" que era gitano, si podía esconderse en "las barranquillas" y no salir de allí. Así estaban las cosas, "el rata" no salía y el iraní no entraba. La heroína entraba por otro grifo, luego no había problemas.....para "el rata", de momento.
Ya me he cansado de escribir, seguiré en un próximo capítulo en donde contaré como se las ingenió el iraní para pegarle un par de tiros a "el rata". Los iraníes gente con recursos, lo reconozco, mi camello se lo curró muy bien.
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