OM TARE TUTARE TURE SOHA

lunes, 25 de diciembre de 2006

Felíz Navidad

No creo que haya mejor regalo que la propia vida y no creo que haya mejor fenómeno en el universo que el hecho de darla, es un misterio la causa que nos procura la vida, si se piensa detenidamente es algo que deja de tener importancia si se compara con el regalo en si mismo (la vida). Hay distintos tipos de seres que disfrutan del regalo, todos tienen en común el hecho de disfrutarla. Unos somos humanos, otros animales, otros seres incorpóreos, otros son luz únicamente …

Esto es lo que se percibe cuando se está vivo, yo no soy el único que disfruta de tremendo regalo, hay otros. Y aquí empiezan las preguntas, siempre nos las hicimos, nunca han sido contestadas objetivamente. ¿es la vida igual para todos? ¿por qué unos tienen “suerte” y otros no? ¿qué determina el que alguien esté enfermo y su vecino no, o quien? ¿se acaba todo cuando llegamos al final o por el contrario …?
¿qué o quien marca dicho final?. Bueno, ya todo el mundo sabe cuales son esas preguntas, esas y otras por el estilo. No logro permanecer callado y disfrutando de este milagro tengo que hacerme estas preguntas, no porque alguien o algo me lo indique sino porque yo mismo me las planteo sin necesidad de seguir ninguna norma, orden externa u obligación, ¡qué curioso!

Después, un tiempo largo o corto después de la formulación de estas preguntas y una vez que no encontramos respuesta, aparece una temporada en la que las especiales y maravillosas cualidades de la vida hacen que la deseemos tanto que rechazamos su principal componente; la muerte. Sin ella no sería posible la vida, esa sensación de ser algo único, especial y majestuoso la da eso; la muerte. No queremos verlo y la rechazamos , la expulsamos de nuestro ser. Y así seguimos avanzando en ella, cojos, sin su cualidad principal. Es nuestro segundo fracaso, no solo no hemos sabido contestar lo elemental sino que apartamos el armazón principal de nuestra existencia.

La cosa se complica y es por ello que nos inventamos subterfugios para seguir hacia adelante. Aparecen los engaños de nuestra mente, eso, la mente, nuestra conciencia comienza a trabajar a inventar. Forma un edificio de conceptos, emociones y sentimientos cuyo pilar es nuestra propia biografía, lo que nosotros mismos somos o creemos ser, este pilar sujeta todo ese edificio construido poco a poco por nuestra mente o conciencia. Unos son bellos otros lo son menos, algunos están construidos con desechos, otros con materiales de primera calidad. Los hay de todas formas, tamaños, bonitos, feos … ¡qué orgullosos estamos de nuestra construcción! Además estamos convencidos de que será eterna, inmutable, imperecedera, ¡ah, qué ilusos!.

Con todo esto, casi sin darnos cuenta, entretenidos, absortos, llegamos a más de la mitad de nuestro tiempo. Los hay con suerte y casi de repente como un milagro, se paran, se sorprenden y como si algo nos molestase, ese picor producido por un jersey nuevo, esos pantalones que nos aprietan, ese zapato que algo tiene en su interior … algo hay que nos produce incomodidad, no se sabe bien qué es, pero me molesta y me paro y miro hacia los cuatro puntos cardinales en busca de no se sabe bien qué. Algo, por favor, algo tiene que dar la cara, no es posible seguir con esta molestia y vivir como si no existiera.
Es nuestra primera crisis, es el comienzo de cierta amargura, producto y fruto de la vida, como esas castañas o almendras amargas que nacen en árboles casi idénticos a los de las castañas y almendras dulces. Miramos confundidos hacia las diez direcciones conocidas, y no vemos nada salvo a nosotros mismos buscando. Nos vemos como en un corto de súper 8, de protagonistas y alucinamos al vernos tan perdidos y patéticos. Casi dan ganas de llorar, ¿ese soy yo?

A partir de este momento se empieza a vivir amargamente, de forma pesada, es una escalada por una pendiente pronunciada y desgraciadamente con una mochila llena de objetos que hemos ido almacenando y de los cuales somos incapaces de desprendernos. Pesa, mucho esta dichosa mochila. Con ella subimos trabajosamente por la pendiente que antes no existía y de repente ha aparecido delante de nuestras narices, ¿cómo puede pasarme esto a mi? ¿qué he hecho yo para tener este castigo?. No hay otro remedio que continuar, seguir subiendo, seguir gastando nuestras fuerzas, se diría que inútilmente. Pero no pararemos, no. Nace nuestro afamado orgullo, ese personaje al que damos nuestras mejores dádivas, al que consideramos casi un salvador, cuando lo que es un simple verdugo que ajusticia las pocas fuerzas que nos quedan. Nos agotamos en nombre de nuestro orgullo, cometemos los más horribles asesinatos en su nombre, creyendo que será el que nos lleve a la gloria.

No, no será nuestro orgullo, ni nuestro bonito y trabajoso edificio y esas preguntas del principio de las que ya casi ni me acuerdo, tampoco serán. Nada de todo esto servirá para descansar y disfrutar de esa maravilla de regalo que tenemos; La Vida.
¿qué ha sido de esa deslumbrante pasión de esa arrebatadora emoción?. Ahora es otra cosa, no sabemos su nombre, en un descuido se lo ponemos y la llamamos de cualquier manera; trabajo, matrimonio, hijos, adicción, soledad, inquina, rencor, decepción, vejez, enfermedad … ¡yo qué sé! Tiene muchos. Lo peor es ser conscientes de ello, saber que no hemos descubierto su esencia y de que, ocupados en nuestros asuntos, hemos dejado de lado su aroma, su color y, sobre todo, su efecto. El efecto de la vida sobre las personas o seres que la disfrutan.


Es ahora, en este punto del camino hacia la muerte, cuando empezamos a sacar nuestra imaginación y a echar mano de lo que nos enseñaron nuestros padres y abuelos; La Tradición. Nos amoldamos, nos refugiamos, nos acurrucamos, nos juntamos con otros. Hacemos lo imposible por apartar de nuestra mente las cuestiones verdaderamente importantes, las que nos podrían salvar, sustituyéndolas por todas esas falacias. Así vamos tirando, no queremos tocar nada no vaya a ser que se desborde y se derrumbe todo ese edificio construido trabajosamente sobre falsos pilares con falsos materiales, edificios de cartón piedra, edificios inexistentes.
Todo hasta ahora ha sido una mentira, todo es falso, sin valor, una estafa.

Pero no, seguimos y … ¡FELÍZ NAVIDAD! Con nuestra mejor sonrisa, con nuestro mejor deseo, sincero. Si, lo juro, verdadero, es un sentimiento auténtico, verdadero.
¡FELÍZ NAVIDAD! Una y mil veces más. Y otra vez nos engañamos y otra vez estamos convencidos de que la verdad subyace en nuestro ser, porque tenemos buen corazón, somos solidarios y, cuando podemos, ayudamos a los demás. Pero ….¡qué narices! Levantemos nuestra copa y brindemos por la felicidad, la navidad y por LA VIDA misma. Y que así sea.

A todos, hoy 25 de diciembre, ¡FELÍZ NAVIDAD!, pensémoslo ¿es así? ¿de verdad?

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