Una vida normal ¿qué es?. Vida normal es la que llevo yo; no tuve problemas en la infancia, no puedo agarrarme a ese trauma irreversible que cambió la trayectoria de mi vida y me hizo infeliz desde entonces, no puedo porque no lo tuve. Me he pasado estudiando toda mi vida, incluso ahora lo sigo haciendo, fui escalando cursos académicos con esfuerzo y de forma mediocre, me apasioné con el rollo universitario, me implique y gocé de becas estudiantiles, enseguida me puse a trabajar, no fui uno de esos que acaban la carrera y se quedan en el paro o tienen que dedicarse a otra cosa, no, fue salir de un sitio y meterme en otro sin solución de continuidad. Nunca he estado en el paro, bueno miento, una vez durante dos meses estuve en el paro y cuando me operaron de la rodilla me pasé tres meses de baja. El resto lo he pasado haciendo lo que se supone que es normal. Mi vida afectiva ha sido como la de la inmensa generalidad con sus problemas y sus satisfacciones, la vida familiar lo mismo. Todo rutina como las púas de un peine, todo normalidad como la forma de llover. ¿una vida normal? La mía es un ejemplo de libro. La única alteración de la normalidad fue, quizás, la muerte prematura de mi madre. Fue algo que si cambió la dirección de mi vida, lo reconozco. Pero pienso que lo que no fue no cuenta por lo tanto no puedo achacar a esa interferencia en el electroencefalograma plano de mi vida nada, no puedo llorar e implorar compasión por ello.
Como se ve esta vida es aburrida en si misma, copia de la de miles de millones de personas que habitan este planeta tan contaminado y caliente. ¿cuál es la diferencia con la de otros? Dime ¿cuál? … ¡sii bien! Eso es, que tomo heroína, que me drogo, que me considero y me consideran un jonky. Es este hecho el que me diferencia y me hace raro, distinto a mis pares. No puedo ir diciendo por ahí que fumo heroína, creo que no. Si se lo dijese a la gente que me rodea ¿qué ocurriría?, pues con toda seguridad; un desastre, un destierro del club al que pertenecemos el “club de los normales”. Puede que a partir de este conocimiento por parte de la gente que me trata, me rodea y me conoce se cambiara el decorado en el que me ven y pasaran a verme en otro muy diferente.
Cubos de basura tirados en el suelo, la calle mojada de lluvia cansina e imparable, gatos negros husmeando, perros famélicos con mirada torva, indigentes tirados en el suelo con barba y una botella de alcohol en la mano, callejón sin salida, negrura en las paredes de viejos y abandonados edificios, nubes grises casi negras aplastando a todos estos personajes. Ahí estaría yo, ahí me incluirían, puede que imaginaran a algún exconvicto con horrible cicatriz en la cara en ese escenario, incluso saldría en su calenturienta imaginación algún joven desarrapado y sucio con una jeringuilla clavada en el brazo, babeante y tirado en el suelo. A lo lejos el ulular de las sirenas de la policía y al final de todo este decorado, como acto final, Jody Dito, ese que creíamos que pertenecía a nuestro club, el que parecía normal, esposado y acompañado de dos maderos camino de la cárcel, más aún, dando sus últimos pasos hacía la silla eléctrica o mejor, hacía el “garrote bill”.
En conclusión; ¿tengo una vida normal o no? Todos me ven normal, exteriormente hago cosas normales, pero … hay algo que determina que no soy normal, si me lo sigo callando puedo seguir siendo normal, si lo digo dejo se serlo. He ahí la disyuntiva, he ahí el dilema; “decirlo o no decirlo” esa es la cuestión. Supongo que será algo así a como salir del armario. Como decir
-“oye, ¿te acuerdas en que quedamos que nos íbamos a casar?”- … -“pues olvídalo porque ya lo estoy, si, casado”-
o bien
-“¿te dije que estaba locamente enamorado de ti?”- … -“pues olvídalo porque he encontrado otra mujer”-
o bien
-“Si, si yo soy religioso y muy espiritual y guardo los preceptos y deberes que dicta la religión, como te dije y te gustó cuando nos conocimos”- … -“pero ponte el “burka” porque soy musulmán no cristiano”-
En otras palabras, un “pequeño” detalle marca la diferencia, luego yo puedo considerarme que hago y sigo una vida normal, pero ¿y los demás? ¿podrían verlo como lo veo yo?. No, no puedo convencerme a mismo de que soy normal y nada tengo que cambiar en mi vida, ya sé que otros han vivido muchos años y muerto de viejos o de otra cosa drogándose; el Dr. Jekill, Rimbaud, Freud, Drácula, … no puedo hacer como si fuese mi vecino de enfrente, como si el fumar heroína fuese como el café de por la mañana. Ese hecho, drogarse, me determina y me condiciona todo un universo de culpabilidad que debo resolver y muchas veces me hundo en mi propia miseria y me entristezco viéndome incapaz de superar algo que es antinatural, “anormal”. Es por ello por lo que me obligo a intentar dejar la heroína además de por una promesa aún no cumplida y de un tercer motivo como es la salud.
Como dicen por ahí; “seguiré intentándolo hasta el fin de los tiempos”
Estas letras escritas se las dedico a dos comentaristas de este blog, a ese que decía que quería saber algo más de mi vida y a ese otro que se preguntaba por qué no convertía mi adicción en algo normal. Gracias a los dos, amigos.