OM TARE TUTARE TURE SOHA

domingo, 31 de diciembre de 2006

El deseo de fin de año

Antes todo era más fácil o todo parecía más fácil, no sé. Antes las cosas no tenían esa importancia que ahora parecen tener. Los viernes, por ejemplo, eran días de terciopelo, suaves, deseados, fin de la semana. Antes la alegría nacía a cada paso que se daba, otro ejemplo; las vacaciones eran sublimes, eran trozos de paraíso en la tierra. Además estaba eso de aprender, que era oficio sagrado, el esfuerzo era competición, el ocuparse obligación. Aprender, esforzarse y ocuparse, ¿era posible más felicidad?, pareciera que nuestros abuelos nos mintieron cuando nos contaban que eso de ganarse el pan nuestro de cada día era algo que necesitaba el sudor de nuestra frente. Vivir era arte, era ser un artista que disfrutaba con el duro trabajo de copiar la belleza que nos rodeaba en cada segundo respirado ¿eso era un pecado? ¿era un castigo? ¿era posible otra cosa que no fuera disfrutar creando arte con cada segundo que pasaba en nuestra vida?

No, antes, la vida brillaba con toda intensidad y mi satisfacción era amarla, abrazarla, no dejarla escapar. Una parte fundamental de todo mi universo eran las personas y de entre ellas los amigos . Estos eran parte fundamental de mi existencia en aquellos dorados años, ellos dictaban la moda, el pensamiento, la actitud frente a la vida. Aprendía de ellos, reía con ellos. La pandilla era la familia, todo mi universo estaba representado en la pandilla. El quedar los viernes por la tarde y pensar en ello mientras llegaba a casa del instituto o de la universidad, era pura felicidad. Los sábados por la noche, las vacaciones de verano, los fines de semana de viaje con ellos … ¡y cuantas cosas más!

Y por qué de repente hablo de esto, me sorprendo a mi mismo diciéndome -”¿a qué viene esto?”- no me hace falta pensar mucho, si sé a que viene, porque se acaba el año y comienza otro. Ya estoy comenzando otro año más de mi vida, me veo ahora y me veo antes y pienso todo esto que estoy diciendo.
Las cosas parecen iguales siempre, pero no lo son, yo voy cambiando año tras año, no lo noto, parece que no ocurre, pero cuando pienso en todo esto me doy cuenta de cómo he cambiado desde entonces. Ya lo he dicho, antes todo me parecía más real y vivo, todo lo que me pasaba lo vivía con más intensidad, las cosas eran nuevas, no había referencias, no había un antes, todo era “ahora”. Así parecía que era una película en tecnicolor, ahora parece una triste comedia en blanco y negro.
Muchos de mis amigos han muerto, parece mentira, chavales de menos de 30 años que ya no vivan, que no estén aquí, ahora. Como una compañía de marines en primera fila han ido cayendo uno a uno, después alguien lo recuerda. Realmente es un triste drama en blanco y negro. Toda una generación de chicos fuertes, vitalistas, emprendedores, hermosos, han sido diezmados en el campo de batalla de la droga. La maldita muerte vestida de heroína los fue llamando uno a uno, no hubo resistencia, fueron al matadero casi inconscientemente por no decir que con un deseo enfermizo.
Manolo, Alex, Rafa, Fernando, Wily, Juan, Ana, otra Ana … ¡vale ya! Me tiemblan los dedos, no puedo seguir tecleando más, me lo impide un nudo en mi garganta. No todos murieron “con una jeringuilla clavada en el brazo”, si, algunos si, pero no todos, algunos no pudieron resistir más y se lanzaron a una autopista de noche llena de coches a toda velocidad o pasaron distraídamente por las vías del tren justo cuando pasaba uno. ¿Qué puedo decir o pensar en estos momentos? ahora que se acaba este año y otro más empieza sin ellos.

Me acuerdo cuando la vida era frescor en las mejillas, cuando era esperanza por venir, cuando era sorpresa contínua, alegre amistad o simplemente felicidad compartida con compañeros de vida. Otro año más que puedo marcar en mi alma, una muesca representando “un año más de droga”. Es asfixiante, como una losa que debiera llevar a todas partes sobre mis espaldas -¡me cuesta tanto vivir!- mis recuerdos se enroscan en mi cuello dejándome sin aire que tragar. Mis pensamientos me apuñalan haciendo que brote la sangre de lo que hubiera debido hacer y no hice, mi remordimiento me acosa, sobre todo en momentos como este -¡fin de año!-

Solo me queda la lucha y una mota de esperanza de saber que todavía algo puedo hacer respecto a no caer en este aborrecido campo de batalla, y es esa esperanza de lucha contra mi mismo que pudiera decirse que es contra la heroína. Yo soy la heroína y yo lucho contra mi, mi esperanza es vencerme antes de que aparezca escrito mi nombre el último de esa lista de perdedores. Podría decir “año nuevo vida nueva” que es muy corriente decirlo en estas fechas, podría, si. Y lo digo y me lo propongo y pongo por testigos a los ojos que ahora están leyendo esto, verán como la heroína es vencida por alguien a quien ya poco le queda por recordar. Aquellos años en los que el “fin de año” era tiempo de esperanza y un continuar en la fiesta que vivíamos.

Lo haré, empezaré hoy, ahora, el día 31 por la noche empezará otra vez lo nuevo, lo esperado con ilusión, el aprender, el esforzarse y el ocuparse …
Es mi deseo para el 2007, no dejéis pasar esta oportunidad de pedir un deseo para el 2007, hacerlo, desearlo tan fuertemente como yo sino no se cumplirá ninguno.

lunes, 25 de diciembre de 2006

Felíz Navidad

No creo que haya mejor regalo que la propia vida y no creo que haya mejor fenómeno en el universo que el hecho de darla, es un misterio la causa que nos procura la vida, si se piensa detenidamente es algo que deja de tener importancia si se compara con el regalo en si mismo (la vida). Hay distintos tipos de seres que disfrutan del regalo, todos tienen en común el hecho de disfrutarla. Unos somos humanos, otros animales, otros seres incorpóreos, otros son luz únicamente …

Esto es lo que se percibe cuando se está vivo, yo no soy el único que disfruta de tremendo regalo, hay otros. Y aquí empiezan las preguntas, siempre nos las hicimos, nunca han sido contestadas objetivamente. ¿es la vida igual para todos? ¿por qué unos tienen “suerte” y otros no? ¿qué determina el que alguien esté enfermo y su vecino no, o quien? ¿se acaba todo cuando llegamos al final o por el contrario …?
¿qué o quien marca dicho final?. Bueno, ya todo el mundo sabe cuales son esas preguntas, esas y otras por el estilo. No logro permanecer callado y disfrutando de este milagro tengo que hacerme estas preguntas, no porque alguien o algo me lo indique sino porque yo mismo me las planteo sin necesidad de seguir ninguna norma, orden externa u obligación, ¡qué curioso!

Después, un tiempo largo o corto después de la formulación de estas preguntas y una vez que no encontramos respuesta, aparece una temporada en la que las especiales y maravillosas cualidades de la vida hacen que la deseemos tanto que rechazamos su principal componente; la muerte. Sin ella no sería posible la vida, esa sensación de ser algo único, especial y majestuoso la da eso; la muerte. No queremos verlo y la rechazamos , la expulsamos de nuestro ser. Y así seguimos avanzando en ella, cojos, sin su cualidad principal. Es nuestro segundo fracaso, no solo no hemos sabido contestar lo elemental sino que apartamos el armazón principal de nuestra existencia.

La cosa se complica y es por ello que nos inventamos subterfugios para seguir hacia adelante. Aparecen los engaños de nuestra mente, eso, la mente, nuestra conciencia comienza a trabajar a inventar. Forma un edificio de conceptos, emociones y sentimientos cuyo pilar es nuestra propia biografía, lo que nosotros mismos somos o creemos ser, este pilar sujeta todo ese edificio construido poco a poco por nuestra mente o conciencia. Unos son bellos otros lo son menos, algunos están construidos con desechos, otros con materiales de primera calidad. Los hay de todas formas, tamaños, bonitos, feos … ¡qué orgullosos estamos de nuestra construcción! Además estamos convencidos de que será eterna, inmutable, imperecedera, ¡ah, qué ilusos!.

Con todo esto, casi sin darnos cuenta, entretenidos, absortos, llegamos a más de la mitad de nuestro tiempo. Los hay con suerte y casi de repente como un milagro, se paran, se sorprenden y como si algo nos molestase, ese picor producido por un jersey nuevo, esos pantalones que nos aprietan, ese zapato que algo tiene en su interior … algo hay que nos produce incomodidad, no se sabe bien qué es, pero me molesta y me paro y miro hacia los cuatro puntos cardinales en busca de no se sabe bien qué. Algo, por favor, algo tiene que dar la cara, no es posible seguir con esta molestia y vivir como si no existiera.
Es nuestra primera crisis, es el comienzo de cierta amargura, producto y fruto de la vida, como esas castañas o almendras amargas que nacen en árboles casi idénticos a los de las castañas y almendras dulces. Miramos confundidos hacia las diez direcciones conocidas, y no vemos nada salvo a nosotros mismos buscando. Nos vemos como en un corto de súper 8, de protagonistas y alucinamos al vernos tan perdidos y patéticos. Casi dan ganas de llorar, ¿ese soy yo?

A partir de este momento se empieza a vivir amargamente, de forma pesada, es una escalada por una pendiente pronunciada y desgraciadamente con una mochila llena de objetos que hemos ido almacenando y de los cuales somos incapaces de desprendernos. Pesa, mucho esta dichosa mochila. Con ella subimos trabajosamente por la pendiente que antes no existía y de repente ha aparecido delante de nuestras narices, ¿cómo puede pasarme esto a mi? ¿qué he hecho yo para tener este castigo?. No hay otro remedio que continuar, seguir subiendo, seguir gastando nuestras fuerzas, se diría que inútilmente. Pero no pararemos, no. Nace nuestro afamado orgullo, ese personaje al que damos nuestras mejores dádivas, al que consideramos casi un salvador, cuando lo que es un simple verdugo que ajusticia las pocas fuerzas que nos quedan. Nos agotamos en nombre de nuestro orgullo, cometemos los más horribles asesinatos en su nombre, creyendo que será el que nos lleve a la gloria.

No, no será nuestro orgullo, ni nuestro bonito y trabajoso edificio y esas preguntas del principio de las que ya casi ni me acuerdo, tampoco serán. Nada de todo esto servirá para descansar y disfrutar de esa maravilla de regalo que tenemos; La Vida.
¿qué ha sido de esa deslumbrante pasión de esa arrebatadora emoción?. Ahora es otra cosa, no sabemos su nombre, en un descuido se lo ponemos y la llamamos de cualquier manera; trabajo, matrimonio, hijos, adicción, soledad, inquina, rencor, decepción, vejez, enfermedad … ¡yo qué sé! Tiene muchos. Lo peor es ser conscientes de ello, saber que no hemos descubierto su esencia y de que, ocupados en nuestros asuntos, hemos dejado de lado su aroma, su color y, sobre todo, su efecto. El efecto de la vida sobre las personas o seres que la disfrutan.


Es ahora, en este punto del camino hacia la muerte, cuando empezamos a sacar nuestra imaginación y a echar mano de lo que nos enseñaron nuestros padres y abuelos; La Tradición. Nos amoldamos, nos refugiamos, nos acurrucamos, nos juntamos con otros. Hacemos lo imposible por apartar de nuestra mente las cuestiones verdaderamente importantes, las que nos podrían salvar, sustituyéndolas por todas esas falacias. Así vamos tirando, no queremos tocar nada no vaya a ser que se desborde y se derrumbe todo ese edificio construido trabajosamente sobre falsos pilares con falsos materiales, edificios de cartón piedra, edificios inexistentes.
Todo hasta ahora ha sido una mentira, todo es falso, sin valor, una estafa.

Pero no, seguimos y … ¡FELÍZ NAVIDAD! Con nuestra mejor sonrisa, con nuestro mejor deseo, sincero. Si, lo juro, verdadero, es un sentimiento auténtico, verdadero.
¡FELÍZ NAVIDAD! Una y mil veces más. Y otra vez nos engañamos y otra vez estamos convencidos de que la verdad subyace en nuestro ser, porque tenemos buen corazón, somos solidarios y, cuando podemos, ayudamos a los demás. Pero ….¡qué narices! Levantemos nuestra copa y brindemos por la felicidad, la navidad y por LA VIDA misma. Y que así sea.

A todos, hoy 25 de diciembre, ¡FELÍZ NAVIDAD!, pensémoslo ¿es así? ¿de verdad?

domingo, 24 de diciembre de 2006

Lo que no está escrito

Llevo varios días dándole vueltas a ciertos asuntos, si de esos que no se suelen contar, pero que yo si cuento. Y claro mientras tanto pues como que no se me ocurre dejar escrito nada aqui, solo hasta que estos asuntos esten maduros y puedan leerse, cuando ya nada pueda evitarlos. Todos los tenemos, algunos son más reservados que otros, pero todos tenemos nuestros cadaveres en el armario de casa.

El caso es que mientras yo le daba vueltas a todo esto, de repente he visto algo que lo define. Si, todo eso que llevaba tiempo pensando esta aquí. en este vídeo que he colgado. Toda una vida de sufrimiento y esfuerzo, ¿para qué? digo yo...pues para esto, mirad el video, no solo es una escena amorosa, que despierta en mi un sentimiento de extrema sensibilidad, sino que acabas comprendiendo el significado de la propia existencia. Ahora eso si, como todo en esta vida, acaba mal. No sé por qué todo acaba mal. No es ese mal aterrador no, es un mal así como simpático, como el mismo vídeo.




¿a qué si?, yo, por lo menos digo !viva Kiwi¡

martes, 19 de diciembre de 2006

No he podido resistirme



yo puedo hacer algo grandioso, dejar de ser un androide, abandonar todo tipo de drogas. Incluso jhony walker. ¿verdad?

Mi peregrinación


Estoy terriblemente cansado de"ir a misa"todos los domingos, estoy pensando volver al agnosticismo.

sábado, 9 de diciembre de 2006

El paso siguiente

Cuando abrí este diario electrónico, este blog, nunca pensé que pudiera leer mis escritos alguien, de hecho así lo digo en mi primer post. Nunca me importó demasiado ese hecho, ¿por qué iba a importarme el tener “audiencia”? pensándolo bien ¿por qué iba a buscar una cosa así? Que alguien leyese mis post, formados por anécdotas, pequeñas historias contadas, la mayoría, en primera persona, hechos que me ocurrían en mi estúpido quehacer diario de tomar heroína.
De hecho ya es suficientemente absurdo y descerebrado el mantener una adicción tan cara en el aspecto económico y en el de la salud, como además intentar exponerlo a otros. Hacer que personas desconocidas (menos mal) leyeran mis vergonzantes maneras de lograr, fumar y padecer la heroína.

Por otro lado parecería honrado enseñar mis vergüenzas para de alguna manera avisar a personas que estuvieran en alguna especie de limbo ignorante e incluso con predisposición a cometer estupideces del calibre de las que yo mostraba, y de esta forma pretender que se encendiera alguna lucecilla en el cerebro de dichas personas que evitase que se despeñasen por ese escarpado precipicio que es la droga. Puede ser que sirviese de algo (más bien lo dudo), siempre tenemos una especie de rara esperanza en que los buenos actos sean los ganadores.

Cabe también el hecho, llamado en psiquiatría “catarsis”, de que escribiendo los sórdidos aspectos de mi vida cotidiana, al releerlos, me diera cuenta de que me estaba arruinando y, peor aún, matándome. ¡Qué iluso! ¿verdad?.
¿Acaso alguien saca beneficio y evita males mayores observándose y no tropezando dos veces en la misma piedra?. Si ya sé, la esperanza es lo último que se pierde.
Pero la verdad es que no ha servido esto último. No he aprendido de mi mismo, tampoco creo que alguien haya hecho que mis escritos le sirviesen de algo.

La lucha continua. Cada día que empieza es otro día más en el que mi sentimiento de culpabilidad me corroe el alma. Cada mañana en la que el sol aparece por Oriente es otra mañana en la que mi dolor al ver mi fracaso me muerde en lo más profundo de mi corazón. A veces es algo tan doloroso que no paro de llorar en soledad, hasta mi garganta se resiente y mis ojos se hinchan. Es esa lucha continua y diaria es la que me mantiene con algo de lucidez. Y cierto, es la esperanza a verme algún día libre de mis cadenas la que hace que me levante cada mañana y me vuelva a acostar cada noche.

Pues bien, todo esto lo escribo porque en mi profunda depresión en la que vivo y medro me regala momentos de esperanza. Que me dicen que cansado ya de tanta sordidez y locura puedo ser capaz de abandonar un hábito que me ha seguido durante estos últimos años. Agotado y con las fuerzas casi extinguidas parece que ya todo da igual y que si dejase de tomar heroína no iba a padecer mayor dolor del que padezco tomándola. Porque así es, he llegado a una situación en la que estoy mal tomando heroína y no tomándola. Así de absurda y paradójica es mi vida y situación. He comprobado que durante tres o cuatro días en los que permanezco sin tomar heroína y evitando el mono con metadona, mi situación sigue siendo muy parecida. Por lo tanto ¿por qué no lo hago y dejo la heroína?.

Me cuesta mucho escribir últimamente, me cuesta expresar mis sentimientos, plasmarlos en papel. Es por ello por lo que pienso que si tanto me cuesta contar y volver a contar mi mundo de heroinómano pues por qué no lo dejo ya de una vez y escribo el último post diciendo “si muchachos, si, dejé la heroína, no tengo más que contar, se acabo toda esta basura”.
Sueño a veces con esto. Me sorprendo pensando que algún día pueda hacerlo. Me gusta pensar esto.
Me he creado una especie de dependencia entre mi adicción y este blog, que sé que algunas personas leen. Personas que por un motivo u otro desean que escriba ese último post. Se alegrarán. Eso me da cosquillas en el corazón. Por eso sigo escribiendo de vez en cuando y poniendo en esta hoja en blanco las cuitas del personaje heroinómano en el que me convertí hace ya mucho tiempo. ¿No ves? Decir esto ha sido una puñalada directa a mi corazón, y si, claro que la he sentido. Sé que ahora mismo estoy sangrando interiormente, sé que lloro aunque tenga secos mis ojos, sé que mi nombre es tristeza a pesar de que todos me llaman Jody. En definitiva sé cual debe ser mi siguiente paso, ¿Cuándo lo daré?

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