El deseo de fin de año
Antes todo era más fácil o todo parecía más fácil, no sé. Antes las cosas no tenían esa importancia que ahora parecen tener. Los viernes, por ejemplo, eran días de terciopelo, suaves, deseados, fin de la semana. Antes la alegría nacía a cada paso que se daba, otro ejemplo; las vacaciones eran sublimes, eran trozos de paraíso en la tierra. Además estaba eso de aprender, que era oficio sagrado, el esfuerzo era competición, el ocuparse obligación. Aprender, esforzarse y ocuparse, ¿era posible más felicidad?, pareciera que nuestros abuelos nos mintieron cuando nos contaban que eso de ganarse el pan nuestro de cada día era algo que necesitaba el sudor de nuestra frente. Vivir era arte, era ser un artista que disfrutaba con el duro trabajo de copiar la belleza que nos rodeaba en cada segundo respirado ¿eso era un pecado? ¿era un castigo? ¿era posible otra cosa que no fuera disfrutar creando arte con cada segundo que pasaba en nuestra vida?
No, antes, la vida brillaba con toda intensidad y mi satisfacción era amarla, abrazarla, no dejarla escapar. Una parte fundamental de todo mi universo eran las personas y de entre ellas los amigos . Estos eran parte fundamental de mi existencia en aquellos dorados años, ellos dictaban la moda, el pensamiento, la actitud frente a la vida. Aprendía de ellos, reía con ellos. La pandilla era la familia, todo mi universo estaba representado en la pandilla. El quedar los viernes por la tarde y pensar en ello mientras llegaba a casa del instituto o de la universidad, era pura felicidad. Los sábados por la noche, las vacaciones de verano, los fines de semana de viaje con ellos … ¡y cuantas cosas más!
Y por qué de repente hablo de esto, me sorprendo a mi mismo diciéndome -”¿a qué viene esto?”- no me hace falta pensar mucho, si sé a que viene, porque se acaba el año y comienza otro. Ya estoy comenzando otro año más de mi vida, me veo ahora y me veo antes y pienso todo esto que estoy diciendo.
Las cosas parecen iguales siempre, pero no lo son, yo voy cambiando año tras año, no lo noto, parece que no ocurre, pero cuando pienso en todo esto me doy cuenta de cómo he cambiado desde entonces. Ya lo he dicho, antes todo me parecía más real y vivo, todo lo que me pasaba lo vivía con más intensidad, las cosas eran nuevas, no había referencias, no había un antes, todo era “ahora”. Así parecía que era una película en tecnicolor, ahora parece una triste comedia en blanco y negro.
Muchos de mis amigos han muerto, parece mentira, chavales de menos de 30 años que ya no vivan, que no estén aquí, ahora. Como una compañía de marines en primera fila han ido cayendo uno a uno, después alguien lo recuerda. Realmente es un triste drama en blanco y negro. Toda una generación de chicos fuertes, vitalistas, emprendedores, hermosos, han sido diezmados en el campo de batalla de la droga. La maldita muerte vestida de heroína los fue llamando uno a uno, no hubo resistencia, fueron al matadero casi inconscientemente por no decir que con un deseo enfermizo.
Manolo, Alex, Rafa, Fernando, Wily, Juan, Ana, otra Ana … ¡vale ya! Me tiemblan los dedos, no puedo seguir tecleando más, me lo impide un nudo en mi garganta. No todos murieron “con una jeringuilla clavada en el brazo”, si, algunos si, pero no todos, algunos no pudieron resistir más y se lanzaron a una autopista de noche llena de coches a toda velocidad o pasaron distraídamente por las vías del tren justo cuando pasaba uno. ¿Qué puedo decir o pensar en estos momentos? ahora que se acaba este año y otro más empieza sin ellos.
Me acuerdo cuando la vida era frescor en las mejillas, cuando era esperanza por venir, cuando era sorpresa contínua, alegre amistad o simplemente felicidad compartida con compañeros de vida. Otro año más que puedo marcar en mi alma, una muesca representando “un año más de droga”. Es asfixiante, como una losa que debiera llevar a todas partes sobre mis espaldas -¡me cuesta tanto vivir!- mis recuerdos se enroscan en mi cuello dejándome sin aire que tragar. Mis pensamientos me apuñalan haciendo que brote la sangre de lo que hubiera debido hacer y no hice, mi remordimiento me acosa, sobre todo en momentos como este -¡fin de año!-
Solo me queda la lucha y una mota de esperanza de saber que todavía algo puedo hacer respecto a no caer en este aborrecido campo de batalla, y es esa esperanza de lucha contra mi mismo que pudiera decirse que es contra la heroína. Yo soy la heroína y yo lucho contra mi, mi esperanza es vencerme antes de que aparezca escrito mi nombre el último de esa lista de perdedores. Podría decir “año nuevo vida nueva” que es muy corriente decirlo en estas fechas, podría, si. Y lo digo y me lo propongo y pongo por testigos a los ojos que ahora están leyendo esto, verán como la heroína es vencida por alguien a quien ya poco le queda por recordar. Aquellos años en los que el “fin de año” era tiempo de esperanza y un continuar en la fiesta que vivíamos.
Lo haré, empezaré hoy, ahora, el día 31 por la noche empezará otra vez lo nuevo, lo esperado con ilusión, el aprender, el esforzarse y el ocuparse …
Es mi deseo para el 2007, no dejéis pasar esta oportunidad de pedir un deseo para el 2007, hacerlo, desearlo tan fuertemente como yo sino no se cumplirá ninguno.