OM TARE TUTARE TURE SOHA

sábado, 29 de abril de 2006

Almaciga III

Una vez a salvo, la vida se expresaba en todo, cualquier pequeño movimiento, el más mínimo acto era reflejo de auténtica vida vivida. Los sentidos eran puertas abiertas de par en par a la luz y a los colores y a las formas. El hecho de respirar y que entrara todo el aire de vida dentro de mi cobró una importancia tal que veía en este acto automático e inconsciente que se realiza normalmente, inspirar- espirar, algo mágico, más que eso algo Divino. ¡Qué mecanismo tan perfecto! cada inspiración eran toneladas de vida que entraban en todo mi ser, inundando mi conciencia de felicidad. Era pura vida encarnada en todos esos momentos, actos automáticos y despreciados normalmente cuando no me encuentro en la situación en la que estaba.

La llegada a la orilla fue un exacto reflejo, pero en vivo, de esas llegadas de náufragos que vemos en el cine. Agotados y asfixiados, sin sostenernos de píe, traspiés y traspiés, aspirando cada partícula de oxigeno como si fuese la última partícula que quedase en la Tierra, llenando los pulmones con ansia. Mi amigo después de dar tres pasos se tiro a la arena ¿o se desmayó?, se desplomó y arañando cada gota de aire con todos sus músculos me dijo que algo le estaba pasando ya que no podía mover el brazo y la pierna derechas, cierto algo pasaba, miraba a esas partes y las tenía rígidas y con una postura antinatural. Mi amigo estaba realmente nervioso. Probablemente tuvo o una hipertonicidad muscular por el esfuerzo o algo más grave. Se le acabo pasando a las horas pero le duro días la secuela del agotamiento y el esfuerzo. Tardamos varias horas en recuperarnos lo suficiente para, una vez que lo habíamos hablado aunque no me acuerdo a quien se le ocurrió, ir a buscar a nuestro ángel de la guarda, a nuestro salvador y darle esas gracias que se dan después de que alguien te haya salvado la vida. Son unas gracias especiales, diferentes a las que se dan normalmente. El chico era un surfero que formaba pandilla con otros, jóvenes y alegres. Era un guapo y simpático chico rubio con grandes rizos y ojos claros, nos dijo que la zona donde nos bañábamos era una zona de remolino, de resaca, el mar te absorbía hacia alta mar, que allí se habían ahogado varias personas, la última un chaval que estaba haciendo la mili en la isla, que miro de casualidad y nos vio allí, que estuvo un rato mirándonos y que se dio cuenta que estábamos en dificultades y, como la cosa más natural del mundo, fue a echarnos una mano con su tabla de surf. Como guinda a toda esta historia, terminó diciéndonos que hacía dos días había sacado del mismo pozo a una señora mayor y extranjera. No sé cuantas veces le dimos las gracias, no sé cuantas bromas y risas seminerviosas hicimos y no sé si se nos notaba mucho o demasiado lo agradecidos y las ganas de que él se diera cuenta de que lo estábamos, pasamos un buen rato charlando con él porque hacerlo era inmensamente gratificante para nosotros.
Y a partir de ese 7 de julio mi amigo y yo volvimos a nacer y la vida nos dio una segunda oportunidad.

Y esto es lo que quiero expresar aquí, que de repente y no sé a cuento de qué, salvaron mi vida. En unos instantes todo se decidió, morir o vivir, una cosa o la otra. Para mi fue blanco, me tocó lo positivo, el amor, el mediodía, el ying...en contraposición al negro, negativo, odio, oscuridad, el yang...por eso digo y estoy totalmente convencido de que siempre el "lado oscuro" sale derrotado y que la luz no desaparece en un agujero negro. Así me enseñó la vida ese día y me marcó para el resto de mis días. Toda lucha que en la que me vea envuelto estará determinada por ese conocimiento que la vida me reveló aquel día.

Lo primero que me sorprende es ¿por qué?, ¿qué factores se tuvieron en cuenta para que salvara la vida ese día?.
Lo segundo es la increíble enseñanza de que no somos absolutamente nada sin los demás, que son tan necesarios como cualquier función vital que mi cuerpo realice para seguir manteniéndome vivo.
Una tercera sorpresa que me regaló la vida fue la existencia del agradecimiento en tal proporción que se transmutó en Amor, me dio una felicidad que pienso que provenía de lo agradecido que me encontraba hacia los demás, hacia los otros, esos que normalmente odio, pues ahora les miraba con cara de bobo y rendido de agradecimiento.
La cuarta fue algo más turbadora, durante mucho tiempo y aun lo sigo pensando, la vida es un "ahora si, ahora no" (como dice LR), la vida es efímera y tan frágil que creo que hago lo posible por estar ocupado pensando lo que sea antes que esto, así pienso que viviré más o que, mejor aún, nunca moriré. La muerte está a la vuelta de la esquina, en el momento menos esperado aparece, sin aviso, con sigilo. Es un hecho tan incontrovertible que no estoy aún preparado para asimilarlo y tenerlo presente en todos mis actos.
Por último aprendí que siempre se debe echar una mano al prójimo sin tener en cuenta la personalidad o las deudas pendientes que tengamos con él, porque no sabemos la angustia que estará pasando, nunca lo sabremos, y es terriblemente reconfortante el saber que hemos ayudado a alguien a salir del pozo donde él mismo se metió, por estupidez o vaya usted a saber, no es cuestión mía, pero si lo es el egoísmo arrebatador que me produce esa felicidad de saber que he hecho algo por alguien.

Me encuentro en un laberinto y ya hace tiempo, como todos los laberintos es muy difícil encontrar la salida, puede incluso que sepa por donde esta pero al haber dado tantas vueltas buscándola el mareo me desoriente … qué sé yo!!.
La certeza que sé es mi movimiento en círculos mientras transcurre mi vida. Otra de mis certezas es la lucha en la que nunca cejaré mientras me quede un ápice de fuerzas, porque puede que en el último instante, en la cincuentainueveaba parte de ese chasquido de dedos se hallé la salida. Mi esperanza reside en la ignorancia que tengo acerca del funcionamiento del flujo vital y arrasador de la vida, su funcionamiento y explicación, sus ¿por qué?, su misterio …
Mientras no lo sepa habrá una esperanza de que acierte por una causalidad no tenida en cuenta, si, puede que sea una rara hipótesis, pero he buscado tanto de forma racional que solo me queda confiar en el instinto y en mi comportamiento, por muy extraño que me resulte. Y en cualquier caso esta anécdota que he contado así me lo hizo ver, desde entonces toda mi seguridad desapareció … ¿qué me queda entonces?.

viernes, 28 de abril de 2006

Almaciga II

… Me olvidé de mi amigo, su voz me lo recordó, una voz desesperada y angustiada que solo acertaba a decir que no podía más, que estaba muy cansado, que le ayudara...

Si, me olvidé, que extraño ¿verdad? ese estado obsesivo que todo lo domina en cuanto esta en juego la “individualidad” el “yo” la “mismidad”. Que absoluta y enorme ocupación de la materia pensante por parte del instinto de supervivencia, el “Eros” como contraposición al “Tanatos”, que fuerza tan abrumadora me invade en los momentos en que esta en peligro mi vida, como lucho para conservarla, que pocas veces me doy cuenta de ello. Esta vez fue la más intensa que he tenido porque las otras no tuvieron esa fuerza con la que se me presentó esta. Mi instinto hizo que solo existiera yo en el mundo y nadie más.
La voz de mi amigo, voz, ya que ni siquiera mirada podía dar en ese absorto e introspectivo instante, me trajo de nuevo al mundo de los seres conscientes, aparecí, de nuevo en la vida y... el ruido de la mar, de las olas, el sabor de la espuma, el olor irrespirable de los millones de gotitas saladas suspendidas a mi alrededor, la falta de respuesta de mis miembros, el cansancio, el sentir que mis ojos y los agujeros de mi nariz iban a estallar de lo grandes que estaban …. aparecieron, volvieron, se presentaron, de repente, como en el cine que se pasa de una escena a otra, así sin más. De repente todo el dantesco escenario se hizo patente y todo lo que significaba también. Con un esfuerzo sobrehumano acerté a decirle que siguiera luchando, nadando …

…”un poco más”, “yo también estoy desfallecido”, “toma mi mano”, “vamos”, “venga”…. susurros que casi no oía yo, frases inconscientes, automáticas. Ahora pienso que quizás ni las oyó, aunque recuerdo que repetía y repetía …
“si“, “si“, “ayúdame“, “cojéeme la mano”. “no puedo más”

Agotados sin remedio, exhaustos irreversiblemente, y lo peor, a punto de descansar, a una milésima de segundo de parar el trabajo de pensar y por ello de actuar, y fijar en la mente el pensamiento que cada vez crecía y se hacia más grande, que ya lo era, de …
“no hay salida”, “no hay remedio”, “aquí termina todo”…

He tenído que parar un momento de escribir porque “algo” ha vuelto a mi, un recuerdo que ha hecho que solo pensase en aquellos momentos, pensamiento incompatible con todo lo demás. No sé como puedo estar escribiendo esto ahora después de todo aquello, de verdad es algo grande, misterioso, que está fuera de toda lógica o razonamiento. Si, creo que;
“hay circunstancias en la vida que si puedes volver a contarlas, cambian tu ser profundamente”.

Ahora, delante de mi computador, lo escribo, lo pienso y me convenzo de que tiene que haber algo más que la razón, creo que debe existir alguna otra realidad que no soy capaz de aprehender aún, que me es ocultada por no ser capaz de emplear bien mis sentidos para reconocerla. Cuando soy capaz de darme cuenta, veo que la vida me abruma de tal manera que hace que la viva mal y no sea capaz de plantarle cara. Me escondo como ese niño pequeño que ve venir al padre severo.

… la cincuentainueveaba parte de un chasquido de dedos fue el tiempo que falto para relajarme y quizás hundirme definitiva e irremediablemente en aquellas agitadas aguas. Este infinito tiempo fue el que NO pasó, el que faltó para que las cosas cambiasen y sea ahora tiempo de contarlo, fue el instante que me separó de la muerte. Los ínfimos instantes de los que la vida está compuesta son los verdaderamente importantes, los que pueden cambiar las cosas …
¿Cuántas veces habré dicho?, ¡¿ uff, si no hubiera sido por ese momento?…!cómo hubieran cambiado las cosas!
Y así fue como en medio de todo ese maremagnun, en medio de todo el ruido y la fragosidad de la lucha, ¿es posible oír algo que no venga de tu interior?, y si, fue posible.
Una voz suspendida en el espacio, una voz humana entre el ruido del Averno sonó, se escuchó…

“¿Necesitaís ayuda?
…más, aún más….
“agarraté a la tabla”…

Estaba ya mareado y no veía bien, no podía orientarme y mirar de donde venía la voz, tuvo que tocarme, casi tuvo que agarrar mi mano pero no lo hizo porque sentí un golpe , un golpe con la tabla de surf, que fue un golpe que me dio la vida. La vida se me presento de nuevo mediante dolor y materialidad. Se me dio, otra vez, por segunda vez, la vida. Un chico joven me gritó y me dijo que me agarrara a su tabla de surf, la que iba con él, me la acercó y yo la agarre débilmente, casi la acaricie con los brazos, me dio tiempo de alargar el brazo para tocar la punta de los dedos de mi amigo que con el empuje del chico, yo y la tabla, dimos, también por segunda vez, la vida a mi amigo.
Una vez agarrados los dos, aferrados con saña a la tabla de surf, recuerdo que me sorprendió que el chico de la tabla solo la tocase con una mano, pensé que como era posible que solo la tocase de esa forma en medio de aquel infierno espumoso. Pretendimos nadar agarrados a la tabla para acercarnos a la orilla, pero no podíamos y viendo nuestros esfuerzos, nuestro salvador nos gritó que nos dejásemos llevar empujados por las olas. Y en ese instante me di cuenta de que las olas eran realmente grandes y que cada vez que rompían en nosotros nos sumergíamos y eran eternidades las que teníamos que aguantar la respiración, por lo menos cerrar la boca para que no nos entrase el agua salada. Era un esfuerzo titánico, asfixiante, temía con toda mi alma la llegada de la ola que se repetía con una cadencia que me pareció continua, sin solución de continuidad, sin descanso, sin tiempos muertos. Como un solo objeto flotante, mi amigo, yo y la tabla, poco a poco nos acercábamos a la orilla, el hecho de ver la orilla cerca y que cada ola, sorprendentemente, nos empujara hacia ella, me hacia el efecto de un psicotrópico, alucinaba de que fuera posible el ver como la orilla venía hacia nosotros, era el hecho más intensamente feliz que he vivido. Una vez puesto en píe, noté la arena del fondo en la punta de mis dedos, tremendamente agotado, consciente de estar de nuevo en una situación conocida, volví a oír el grito salvador del surfero que me decía si había tocado píe ya, que si estaba bien y que si seguía necesitando ayuda. ¡Maldita educación! Hasta en ese momento tenía que estar presente, le conteste que si, que gracias, que muchísimas gracias y … ¡chasss! de repente ya no tenía donde agarrarme, intenté nadar y al no tocar fondo de nuevo me aterrorice otra vez, rápidamente volví a ponerme de píe y …¡joder! el último inmenso esfuerzo … ¡vengaa!…¡joooder! … ¡otra vez!... arena, bendita arena, bendita tierra, con una frenética fuerza en contra producida por la masa de agua, con un paso tras paso de mis insensibles piernas, con una determinación mental de alcanzar la orilla como fuese, eternidad tras eternidad llegué a ver que el agua me cubría la cintura, que el agua me cubría mis piernas, que el agua me cubría mis rodillas, que el agua me cubría mis tobillos, que el agua … había desaparecido y solo arena, fina arena pisaban mis pies y el viento convertido en brisa vital chocaba contra todo mi cuerpo e hinchaba mis pulmones como si fuese el último acto de un drama y me llenaba de eso que despreciamos inconscientemente; el aire. El aire oxigenado penetraba hasta en mi último recóndito y perdido alveolo y era vida, si, vida lo que estaba respirando y sintiendo. ¡Qué intensísima felicidad!
(continuará)

lunes, 24 de abril de 2006

Almaciga I

En una ocasión, hace años, estuve a punto de morir, me faltó el canto de un duro, el pelo de un calvo, estuve a milímetros de pasar al “estado intermedio”. Lo recuerdo con una mezcla de pánico, asombro, sorpresa y satisfacción, precisamente por poder recordarlo es por lo que son tan intensos esos sentimientos que digo. La anécdota tuvo lugar en la isla de Tenerife, en el norte de la isla en una, quizás la única, playa de blanca arena y más espectacular de la isla.
Todo lo que esta tocado con el don de la belleza se impregna de “algo” que lo hace peligroso, no sé a què pueda ser debido, no sé porque es así, solo se que es así.
Y esta playa es la más bella de Tenerife y por ello una de las más peligrosas. Colocada en un extremo de ese barco anclado al fondo marino que permanece en el medio del océano Atlántico que es la isla de Tenerife, es coqueta, mediana de tamaño, en días ventosos con olas medio-grandes para practicar el surf, soleada, preñada de grandes rocas que forman espacios reservados con piscina propia, es un encanto de lugar, solitario y de difícil acceso, pero no por ello frecuentada, puede que más por lugareños que por la masa turística, aún así y todo va gente pero no agobia y su nombre es "Almaciga"
Ocurrió en julio, yo trabajaba en Tenerife, fui con mi familia de entonces y unos amigos del trabajo, tal era el día de sol y brillantez que pronto nos bañamos y jugamos dentro del agua entre las olas a la pelota, uno, dos … varios lanzamientos y la fuerza de la mar, el rompiente de las olas y el ejercicio nos canso prematuramente, decidimos volver a la orilla y empezamos a nadar ...pero después de varias brazadas nos veíamos en el mismo lugar, repetimos la jugada varias veces y varias veces seguíamos en el mismo lugar. Mi amigo me pedía ayuda, me pedía que le cogiera la mano y le ayudara, yo, por entonces ya me había dado cuenta de que el cansancio y la lucha estéril contra la resaca nos había colocado en una situación comprometida, hice un intento de arrastrar a mi amigo, pero el coger su mano solo fue un saludo y no una ayuda. ¿Cuánto paso dos, tres minutos? No sé, en ese tiempo los pensamientos en mi cabeza iban y venían tan rápido que me sorprendía mi capacidad de análisis, me extrañaba de poder pensar tantas cosas en tan poco tiempo … entre ellas, el futuro inmediato, que era muy comprometido, no se me quitaba de la cabeza que esa situación desembocaría en ahogarnos los dos, se me empezó a fijar un único pensamiento; el ahogarnos. A pesar de la velocidad de análisis, no aparecía ninguna respuesta salvadora a esa situación, era tal la presión, el estrés de la situación, que mi mente estaba empezando a claudicar, sentí los primeros síntomas de abandono, de resignación, mi vida pasaba entera por mi cerebro, detalles olvidados, seres queridos, hechos concretos del presente, todo ello junto, en mi mente, y por encima de todo, el abandono, el “no hay nada que hacer”, el “déjate llevar” … Me olvidé de mi amigo, su voz me lo recordó, una voz desesperada y angustiada que solo acertaba a decir que no podía más, que estaba muy cansado, que le ayudara...

Hay en la vida circunstancias que si sales de ellas no vuelves a ser el mismo, cambias, si, cambias a pesar de pensar que es difícil el cambio en las personas. Hechos concretos, fuera de lo común, excepcionales, pueden hacer que cambies y la vida te enseñe unas cuantas cosas que nunca se te olvidaran y que harán que veas la vida de otra forma. Esto es lo que me paso a mi en esta circunstancia que comento. La vida me enseño que la luz siempre vence a la oscuridad, que “el lado oscuro” siempre será derrotado. Que el amor prevalecerá sobre el odio y que la naturaleza es perfecta tal y como es. Que la vida en sí es un mecanismo que no tiene fallos, que todo tiene su contrapartida, que todo tiene su efecto, que todo se desliza suavemente sin tirones, que la vida es un torrente que nada hace que pare su camino desbordante hacía el mar, ningún obstáculo puede alterar la perfección del fluir de la vida. ¿y yo, que hago yo en la vida?. Yo me quejo de lo injusta que es la vida, de lo mala que es, siempre pienso que yo estoy influyendo en ese flujo, que soy una onda que altera la plana superficie del lago. No hago más que quejarme de ella sin comprender que formo parte de ella y que todo lo que yo hago, pienso o hablo influye, si, influye pero pertenece a esa perfección de la que esta formada la misma vida. Que si hago alguna maldad o me la hacen, eso también forma parte de la inmensa y perfecta ecuación matemática en la que la vida se convierte a cada paso que demos.

El estar a punto de morir, el saber que tu muerte es segura e inmediata, paradójicamente, te da una tranquilidad y serenidad tan espectaculares que me hace pensar, vamos, mejor dicho, me reafirma en el hecho de que la muerte es algo tan intrínsicamente unido a la vida que no hay cosa que defina a la vida más exacta y determinantemente que la muerte. Pienso que esto es lo que se plantea la persona que decide suicidarse, y debido a ello le da la seguridad de hacerlo, aunque, ni que decir tiene, que lo hace de manera equivocada y cegada por la obsesión. Todo esta forma de pensar fue producto de esa ocasión en la que a punto estuve de morir … otro día acabo de contarlo y de sacar esas conclusiones que saqué entonces y que aún determinan mi forma de ver la vida y las cosas.

sábado, 22 de abril de 2006

Mi Libertad es mi Ruina


Aquí termino, porque ya no puedo más, una serie de escritos, este es uno de ellos, de hace días, en los que me pregunto por la naturaleza del hábito y de las acciones que se hacen y que consideramos tan propias de nosotros mismos y que ni nos las cuestionamos. Pero cuando te paras y piensas y ves que esos actos producen consecuencias tan nefastas, no hay más remedio que extrañarse y preguntarse ¿por qué?, ¿qué existe oculto, tan poderoso, que cierra cualquier esperanza de cambio?. Esto, en mi, ha llegado a ser el motivo de mis más amargas derrotas y de mi hundimiento (“Untergarten”) moral y psicológico, de mi adicción a la heroína y, actualmente, de mi lucha constante y sin cuartel por alcanzar “la normalidad”. Léase que “mis actos” es “mi adicción”.

Yo tengo mis manías, tengo una serie de rutinas que son muy difíciles de quitarme, y lucho contra ellas, desde luego, hago todo lo que yo creo posible por anularlas, por eliminarlas, por destruirlas, por desterrarlas de mi. No es posible, no puedo por más que quiero, son actos realizados días tras día, acciones semiinconscientes que vengo haciendo sin saber exactamente desde cuando, porque no recuerdo cuando empecé a hacerlas, se han ido alojando en mi poco a poco. A veces me extraño, me sorprendo viéndome hacer cosas que ni de lejos me gustan. Me veo a mi mismo extrañado preguntándome cómo es posible ver lo que hago, aún teniendo muy presente que son actos, acciones que daría un brazo por no hacerlas. Pero ¡¡que cojones!! son cosas que me pertenecen y están fijadas a mi como mis pecas o como el número de píe que calzo, malas, si, odiosas, también, pero mías e imposible eliminarlas. No, bueno, imposible no, pero tan difíciles que no sé como hacerlo, solo me queda la rabia y llorar amargamente, desesperado, viendo que no puedo con ellas, el derecho al pataleo, siempre me doy cuenta de ellas una vez realizadas cuando el tiempo ha pasado, siempre me doy cuenta de que he perdido el tren cuando ha pasado, antes imposible. ¿Por qué? Sigo preguntándome, una y otra vez. Es tan doloroso tan desesperante, tan humillante, que me hace daño físico el reconocerlas una y otra vez impresas en mi. Esto, que ya es malo de por sí, no es lo peor, no es lo absurdo e incomprensible, no es lo que me deja perplejo y agotado emocionalmente. No. Lo peor, lo inmensamente peor y rotundamente destructivo es que afecta a los que me rodean. Es que incide en las personas cercanas, y son esas las que precisamente las que me quieren, las cercanas, las que me aman, las incondicionales.

Un día y otro y otro más, día tras día me veo haciendo actos que intrínsicamente no solo son reprobables sino que me vienen y me sientan mal. Me veo como cuando me reflejo a mi mismo en un espejo, extraño a mi persona, ¿es otro? Pienso, no, soy yo pero no soy yo, es mi reflejo, no yo, pero soy yo, al fin y al cabo yo y mi reflejo es lo mismo, ¿no?. Y soy yo, aunque quiera no serlo, aunque piense que es mi reflejo, soy “yo”. Hago planes para eliminar esos actos, me paso horas con los codos en la mesa de trabajo, pensando como eliminarlos. Y voy en el coche y pienso, y voy en el autobús y pienso, y en un rato libre en mi trabajo y pienso, y estoy en la cama antes de dormir y pienso, y estoy tomándome una copa en una fiesta y pienso, y estoy con mi amigo o mi amiga hablando y pienso, y pienso, y pienso...y no encuentro salida, y no hallo solución y...uuff! no puedo más!!, en serio.

Lo peor es lo que noto en los demás, en sus caras veo la decepción causada por mis actos. Es poderosa la fuerza con la que mis actos están fijados en mi personalidad.
Las personas que quiero me miran con ojos redondos y grandes, me observan alucinadas, me ven envuelto en mi lucha particular y piensan; "joder, ¿cómo puede ser así, cómo puede hacer esto?...es tan absurdo" . Las personas queridas, adoradas por mi, necesarias para mi estabilidad , esas personas son los objetos a los que se dirige el daño creado por mis actos, no, no pueden ser otras, ya podrían ser mis enemigos por ejemplo, pero no. Son siempre las personas queridas, importantes en mi vida. Es tan patético...

Como una hormiguita voy haciendo galería tras galería, minando, ahuecando el cariño y el amor, como un pájaro carpintero va creando un agujero en el poderoso tronco de la amistad y lentamente se va deshaciendo ese lazo de amor y amistad creado entre las personas amadas y yo. Me doy cuenta, claro que me doy cuenta, soy tremendamente consciente de mi labor destructiva. Pero parece que debe haber alguna fuerza que aún no controlo o no conozco que me impide arreglar esto. Cada día que pasa es un grado más de desesperación para mi, un paso más hacia el filo del barranco en donde coloco a esas personas necesarias en mi vida. Como alguien que ve una tormenta acercarse y no le da tiempo a recoger la ropa que se está secando en el patio, no me da tiempo a parar ese alejamiento que se produce en las personas amadas. Lentamente, día tras día, instante tras instante, la distancia se agranda, el borde del precipicio se empequeñece.... y llega el ocaso, llega el día en el que esperas que te visite tu entrañable amigo, llega el día en el que esperas la visita de tu amado hijo, llega el día en el que esperas la visita de tu deseada novia (o novio)...y no llega, miras el reloj, pero no llega, no viene, no está contigo y ....oh! soledad, desierto de amor, raíces secas de cariño, esta es mi cosecha, esto es lo que recojo después de la siembra.

Este soy yo, triste figura que siempre pensé que estaba por encima de ciertos actos y de que nunca llegaría sentir desesperación por mis actos, ya que siempre pensé que era libre, libre de hacer lo que me viniera en gana. Pensaba que estaba algo por encima de los demás. Este soy yo, desecho de la naturaleza que pensó que alcanzaría las cumbres de la fama sin más armas que mi libre albedrío y mi libertad de hacer. Este soy yo, pena encarnada, desgarro hecho realidad, donde había praderas fértiles hay, ahora, charcas malolientes preñadas de actos absurdos, no eliminados a tiempo. Ya es tarde y no hay lugar para lamentaciones, pasó el tiempo y no hay lugar para las lágrimas, lágrimas que pudieron ser legítimas en su momento, ahora ya no son oportunas, ya no hay nada que hacer, es tarde, perdí el tren.

Ahora descansa ya en soledad, descansa ya abandonado. Solo hay una esperanza; la próxima vez.....¿si? ¿piensas que así será? ¿crees que la hay?, ¿qué habrá una próxima vez?, ¿en otra vida quizás?, ¿te acordarás y tendrás presente que el egoísmo te lleva a la ruina moral, a alejarse el amor de ti?, recuerda Jody, no lo olvides, el egoísmo de tus actos es la soledad de tu presente. Ahora ya nada puede consolarte, ahora ya nada puedes hacer, puedes llorar amargamente, puedes compadecerte de ti mismo. Enseña a los demás tu ruina de amor, quizás ellos sepan parar a tiempo esos actos propios, muy de cada uno, que solo traen desgracia para los demás, aunque uno piense que son parte de mi personalidad, enseña que no es así, muestra tu ruina en soledad, muestra tu hiriente soledad, muestra como se han ido alejando de ti las personas que llenaban tu vida de cariño y amor, muestra tu incapacidad de reconocer tu egoísmo, di que la vida está en los otros, está en las personas que te quieren, que la vida es dar y no pedir, que la vida te corresponde según sepas conservar a tus amores, según sepas guardar todo el amor que te rodea y que te niegas a ver porque piensas que eres libre y puedes hacer lo que te venga en gana, enseña que no es así.

viernes, 21 de abril de 2006

"Curar este mal"



La canción se puede repetir en la ducha, en el metro, en el trabajo, en clase, en la Uni, paseándo, haciendo, mejor, después de hacer el amor....se puede estar uno todo el día repitiendo la canción, para ello hay que oírla dos veces. ¡ánimo!

Nunca pensé que pudiera llegar a hacer esto, debe ser cosa de la transformación que esta teniendo lugar en mi.

martes, 18 de abril de 2006

Epopeya sobre el hábito

Qué difícil es saber dirigir las emociones, qué difícil es domar los sentimientos, qué complicado es mantener un equilibrio entre el deseo que surge espontáneamente, casi sin venir a cuento, casi sin saber por qué se tiene y la obligación, pesada, la obligación que te dice que debe ser así, obligación contraria a ese deseo, que no se sabe de donde puede nacer, pero que obliga, casi siempre obligación contraria al deseo.
Cuanto dolor nace en las entrañas si quiero modificar algo dentro de mi. Qué angustia tan intensa me inflama si pretendo acabar con un simple, e incluso pequeño, aferramiento.
Qué ratos de dolor desasosegante paso para romper ese círculo que me ata al deseo. Días, días vomitando dolor para acabar con ello.
Se me viene a la cabeza esa forma de ser tan poderosa tan fuerte, la forma de ser de la naturaleza humana, que se manifiesta en todo su esplendor en cuanto pretendo modificar cualquier pequeño detalle de mi carácter.

He visto y veo, todos los días, a todas las horas, esas luchas tan intensas, en los demás, esas derrotas tan frustrantes, esas caídas de espíritus aparentemente fuertes que luchan a brazo partido dando ejemplo, y en segundos aparecen tendidos, como pingajos, como peleles, llorando desconsoladamente en el campo de batalla de la vida del día a día. Arrastrados por el fango de la vergüenza de no poder con ello, con el aferramiento, con el deseo.
No importa de lo que se trate, puede no ser nada especial lo elegido para arrojarlo de mi lado, puede ser cualquier cosa, grande o pequeña, importante o no, no es eso el protagonista, lo que uno quiere eliminar, el protagonista es la decisión de acabar con ello.

No tengo más que mirar a izquierda o derecha para ver cuerpos tendidos, agotados, cadáveres en muchas ocasiones, esparcidos a lo largo del camino por donde día tras día paso, por donde circulo hacía la meta obligada de la vida; el vivirla y el terminarla. No es necesario ningún acto heroico especial para andar por la vida y darse cuenta de tanta lucha sin cuartel, que rodea el paisaje por donde caminamos. Personas como yo, personas que no tienen una característica especial que las destaque de las demás. Al fin y al cabo la vida es eso, algo corriente que de tanto usar no llama la atención. La vida es esas personas absortas en su lucha contra deseos no deseados, obligaciones no queridas, equilibrios imposibles entre "esto debo, esto quiero".
Al fin y al cabo, me veo reflejado en esos miles de espejos que pasan a mi lado, y no distingo en ellos marcas o signos diferentes, como ya he dicho, a los que a mi mismo me definen, y me marcan, y me conforman y hasta me cansan y me hastían, por formar parte intrínseca de mi, de mi ser, por llevarlos grabados a fuego en mi.

Qué tremendamente doloroso, hasta sádico y difícil, es ver y reconocer y distinguir mis marcas y estigmas logrados por la rutina y el hábito de simplemente y nada más que vivir. Me creo que soy así y me creo que debo hacer esto y me lo repito y me monto una tesis y todo un discurso, filosófico y existencial, solo para decirme que si, que soy así, que soy yo.... y que qué difícil e imposible es ser o hacer “lo otro”, lo que no es yo, lo que yo no soy, lo que es diferente a mi, lo que me es extraño, lo que yo no reconocozco como mio. Monto todo un magnífico y espectacular escenario donde me muevo como único protagonista de mis delirios, estúpidos e inservibles delirios. Y todo esto, toda esta obra teatral magnífica, la mimo, la alimento, la cuido.... como si me llevara la vida en ello, represento tan bien mi papel de "yo".

Y me miro y me digo, Hey “muchacho, aparta tus dudas, no serás tan raro o estarás tan equivocado, si todo esto es igual a lo que veo en los demás”….y me siento que formo parte de un todo armónico en que lo que predomina es la lucha contra uno mismo por ser de una forma o por lograr ese deseo perseguido o por conseguir ese pensamiento aparentemente salvador. Y me miro y me digo, que en todo este quehacer queda confirmada toda mi teoría de yo soy así y qué demomonios que soy así, cómo soy, de estúpido e ignorante que soy. Y todo el mundo y toda la vida es monótona e igual y sigue al píe de la letra esta lucha por ello y batallas, miles de batallas casi siempre perdidas insistiendo en "yo soy así".

Qué dolor, qué cansancio, qué hartazgo, mis lamentaciones y llantos, tristezas y quejas, mis manos juntas alzadas hacia las estrellas en petición de salvación, pidiendo que siga siendo un absurdo ser que solo pretende satisfacer simples deseos de ignorante. Suplicándo ser "yo mismo", mendigando ser como soy, arrebatado por mi extremo deseo de querer "ser así"....Hey, "¿qué malo puede ser?, si solo soy yo, si no hago cosas diferentes a lo que veo". Ruido de fondo en mi cerebro, permamente, de ser y seguir siendo yo, rumor de agua corriente en mi mente hablándome de "soy así".

Se acabo, terminó, fin de trayecto, "estación termino". "sin salida", hasta aquí llegué, ni un paso más, pues al fin y al cabo se sabe que nada es permamente. Y yo lo sé con todo mi ser. Nada permanece, todo acaba...."yo" también. No dejaré ninguna rendija sin cubrir, no permitiré una salvedad, a pesar de batalla trás batalla, a pesar de lucha sin cuartel por ser "yo"......dejaré de ser "yo". Mi hábito no será más, mi hábito acabará en el saco de la basura, mi epopeya por ser yo ya es un recuerdo amargo de ignorancia estúpida que ya pasó. Ya no haré más el hábito que me marco la forma de ser y de mostrarme al mundo. Vomitaré sangre, caminaré tambaleándome, mareado me apoyaré en los arbustos del camino, el cielo se me vendrá encima, pero mi hábito dejará de ser y se convertirá en recuerdo y cicatriz. Mi hábito no conformará mi ser. Ahora seré otra cosa, otro "yo", porque me faltará "mi hábito". No, que nadie se empeñe en decir que sigo siendo yo, ya no lo soy, porque he dejado de ser yo, porque he dejado mi hábito.
Y me rio a carcajadas de esos ilusos que creen que no es posible, y me compadezco de esos cadaveres que luchan aún a pesar de estar muertos por ser "ellos". Yo no seré más mi hábito, porque lo deje en el camino, porque lo perdí en una revuelta de la subida, de la ascensión hacía la cima de la victoria sobre mi mismo. Porque no hay lucha más poderosa y noble que la que uno desempeña contra si mismo, porque es la lucha por el descubrimiento de la vacuidad, por el descubrimiento de la inexistencia del querer ser "uno mismo". La marca de la casa ha desaparecido, ese "yo" por el que se da la misma vida, ya no es, no es nada, no hay nada en su lugar. El hábito era un espejismo, el "yo" era una falacia. El poderoso engaño de la mente ha sido vencido y es, ahora, un giñapo, pelele, abandonado y tirado en medio de la victoriosa subida hacía esa "nada vacía" que es el resplandor y el calor de la auténtica y simple existencia.
El "ser" ya es lo que es; "vacio".

domingo, 9 de abril de 2006

El cambio

Lo tenía decidido ya hace un tiempo, pero siempre lo dejaba para después. Es curioso pero las cosas más importantes de la vida siempre las dejo para después. Algo hay que me impide hacerlo en el momento que lo pienso. Me canso de oír esos refranes que te avisan para que hagas las cosas cuanto antes, como “al que madruga Dios le ayuda”…..bueno ya sé que siempre hay un contrarefran, en este caso “no por mucho madrugar se amanece antes”. Lo que digo es que hay algo que me echa hacia atrás cuando tengo que hacer algo , cuando hay algo urgente, necesario que lo haga ¡ya!, pero ¡ya!, pues, remoloneo, lo pienso, miro al techo, me siento, cojo un cigarrillo, pongo mi mano en mi cara, alzo la vista...cuando no directamente hago otra cosa que generalmente me ocupa varios días. Eso es lo que quiero decir, que me cuesta hacer las cosas, sobre todo las importantes.

Esto que me he propuesto ya hace días, es algo sumamente importante para mi, es algo tan importante como terminar con un hábito. Y quitar un hábito cuesta mucho. Para sustituir un acto rutinario por otra cosa, por algo diferente, es necesario valor, y fuerza. Es terminar de hacer esa acción que se ha convertido en algo físico, que me pertenece como algo físico, como un brazo o algo así. Finiquitar mi deseo. Como si me cortaran ese brazo, como si dejara por el camino parte de mi ser. Esto es acabar con un hábito.
Todos los días, practico la rutina, cuando me levanto por la mañana, apago el despertador, me lavo y desayuno. Pues bien, a partir de hoy, de ¡ya!, sin remolonear, cuando me levante no apagaré el despertador y saldré directamente a la calle. No desayuno, no lavarse, no cigarrillo..nada, cambiar mi hábito, hacer algo diferente, distinto. Esto es muy difícil, se necesita alegría y convencimiento. Y pues esto que digo y más mucho más, es lo que llevo pensando hace días. Acabar con ese hábito que me convierte en Jonky, jonky light, suave, coooool, pero, al fin y al cabo, jonky. Parte de lo que me queda de jonky, terminar y darle el bote, parte de mi ser.
Jody, prepárate que voy con el serrucho a cortarte el brazo”…
Hummm…por cierto ¿que brazo te corto?”….si, algo así…de fuerte y determinante.

Quiero acabar con mi hábito y llevo varios días pensándolo, buscando una oportunidad para hacerlo. Y bien, ya llegó, ya está aquí. Hey "¿estoy dispuesto, preparado?", ¡¡joder!!, “Tengo que estarlo”.

No puedo dejar más tiempo todo lo negativo y malo que me llega por esa rendija, ese hueco que lleva abierto tanto tiempo. Entra en mi una corriente de aire gélido que congela todo mi espíritu. No, aquí está el fin, sino y es verdad, grandes desgracias se abatirán sobre mi, haciendo que pierda no la batalla sino la guerra entera. Solo quedaría la rendición y además sin condiciones, rendición total sin prisioneros, con todo lo que eso significa….la muerte física, antes la mental y espiritual, la muerte del alma antes, más tarde la física, aunque no mucho más tarde. Tengo la ocasión de abandonar este hábito, ¿lo haré?…si lo haré, no me cabe la menor duda.
Ahora bien, seré otro, seré otra persona, mi vista, mi intención se modificará y apuntará en otra dirección. Debo estar dispuesto a cambiar, aunque ya sé que estoy cómodo como estoy, al fin y al cabo, soy yo, yo mismo….¡¡y eso es tan difícil de cambiar!!. Pero es necesario hacerlo, no queda otra.

Pienso en ¿cómo seré después?, ¿cómo veré el mundo?, ¿cómo se me mostrará la vida?, ¿que ojos tendré?. Un poco de miedo me da. No hay vuelta atrás, como en otras ocasiones, que no ha habido vuelta atrás, pero esta vez está elegida por mi, yo elijo el que no haya vuelta atrás. Ser otra persona. Está decidido. No creo que me queden más oportunidades.
Seré otra persona, mataré al hábito, me arriesgaré a no ser yo. En definitiva tendré que morir, para volver a renacer. Es el mito eterno, es la oportunidad que nos concede la vida, es entrar por la puerta que te abren. Ahí voy yo….¡¡suerte!!

viernes, 7 de abril de 2006

Confesiones

En la vida te pasan cosas curiosas, a veces piensas que debes escribirlas para algún día leerlas y recordarlas, la memoria es, a veces, bastante frágil y nos juega malas pasadas. A lo largo de la vida de una persona van pasando situaciones, cosas, que se parecen a las estaciones de ferrocarril. Sabemos que las estaciones de tren son de muchas y variadas formas, modernas, antiguas, solitarias, concurridas, grandes, pequeñas.....de muchas formas. La situaciones que nos plantea la vida son algo así, son como diferentes estaciones de ferrocarril, cada una con sus características, sus peculiaridades. Y todo ello tiene la capacidad de recordarse, pero muchas veces se olvida. Por lo tanto pensé que todas esas situaciones que se viven podrían escribirse, para recordarlas algún día gris, aburrido, triste o que debiera guardar cama por cualquier motivo.
Y empecé a escribir, no me acuerdo bien cuando fue, desde luego hace ya muchos años, muchos si, la verdad, me asústo pensar en cuantos. Escribía y escribo aún sobre esos sentimientos-emociones, recuerdos, cosas que te pasan. Escribía y escribo aún para reflejar estados de ánimo. Me sorprendo a mi mismo leyendo esas cosas en esos días tristes que he mencionado. Llega a ser una costumbre, que no importa cultivar y llegas a llevar contigo un pequeño cuadernillo y un lápiz o boli, a veces pluma, y así vas por la vida, viajando o haciendo cualquier cosa, que quedan reflejadas en esas páginas con cuadraditos pequeños, letras que pueden ser legibles o ilegibles, nerviosas o calmadas, artísticas o de carretero fumador. Historias, leyendas, pensamientos, incluso conversaciones, todas ellas quedan reflejadas en esos cuadernitos.
Cuando decidí escribir aquí, en Internet, no fue extraño para mi el hacerlo, no me sentí raro haciéndolo en la computadora, era algo que ya venía haciendo largo tiempo atrás y no lo extrañé. Empecé por la necesidad de contar una situación mía muy conflictiva, muy penosa, tremendamente culpabilizadora. Me dije, “Bien, escribiré toda esta basura a modo de catarsis, puede que saque algo en claro y me entienda, un poco, solo un poco” Y así fue como empecé a contar tristes historias, crudas realidades, pecados que me pesaban mucho. Es cierto que son muchas más cosas las que me han ocurrido de las que he reflejado aquí, a veces, más fuertes y crudas aún. Al fin y al cabo lo reflejado en este diario son historias light, me da vergüenza contar algunas que parecieran que son inventadas o increíbles, aunque verdaderas lo son, vaya si lo son.
Ser un Jonky tiene su peligro, puedes palmarla antes o después, pero tienes muchas papeletas para morir. Como esto yo lo sabía y lo había visto y vivido en innumerables ocasiones, decidí hacer algo. Lo que se me ocurrió fue dejar de ser jonky, vamos, dejar de meterme heroína en los pulmones. Aparte de que es muy caro y me he arruinado en varias ocasiones, ya digo, para la salud es totalmente cancerígeno y radiactivo. Luego aquí empecé mi historia, en los últimos coletazos de mi biografia de jonky y en los primeros de la de exjonky, pero....... pero es tremendamente difícil dejar de serlo. En algunos escritos de este blog lo he dejado plasmado, lo increíblemente duro y difícil que es dejar de ser jonky. Algo he conseguido, si, desde luego, pero del todo no ha sido posible. Ciertamente es duro confesarlo, pero no soy una persona normal totalmente, aún.
Esto viene a que esas historias que me han ocurrido y que he dejado escritas aquí, ya no quiero que me sigan ocurriendo, ni contarlo, por eso digo que algo he logrado y ha sido separarme de toda esa sordidez de la vida y de las cúitas de un jonky. Ahora son otras las historias, ahora son mis intentos desesperados de olvidarme de tomar heroína a todas horas y esas historias son aburridas y están llenas de reflexiones pseudofilosóficas, que yo sé que son aburridas, hasta para mi lo son. Ahora es una lucha contra mi mismo, contra mi falta de voluntad, contra mi deseo insaciable. Y todo esto me cuesta un Potosí, me cuesta mucho y siempre ando tratando de buscar sustento racional o filosófico a estos intentos. Si, mis historias, ahora, son de otra clase, de otra forma, es por este cambio que he experimentado desde que me propuse dejar la heroína. Después de mi desintoxicación, que me costo media vida, ahora ando metido en una lucha sorda contra mis ganas y mis deseos. Batalla tras batalla, día tras día, ando perdiéndolas. No gano ni una, hasta ahora. No sé que será mañana, trato de que sea diferente, pero cada batalla me debilita y cada vez me encuentro más flojo y más lejos de esa meta, que se me antoja inalcanzable. Pero no, no creo que me rinda, por lo menos hasta que no tenga claro lo que se debe hacer en esta vida, para no sufrir tanto.

lunes, 3 de abril de 2006

Recuerdo y dolor

Leo cosas acerca de la muerte, leo cosas que hablan de gente que ha muerto, gente querida por otros y que ha muerto. Leo lo que escriben, como dejan escritos esos sentimientos tan profundos, los dejan ahí, en mi pantalla del ordenador. Tan bien expresados, tan comedidos, tan angustiados …….No puedo por menos de apartar un momento la vista de la pantalla, mirar a la nada y dejar que se me presenten a mi esos mismos sentimientos, que me acuerde cuando yo los tuve. Me empapo de sentimientos olvidados, dolorosos y así sin más, brotan muchas lágrimas de mis ojos, no me dejan ver, lo veo borroso. Paro y me limpio las lágrimas, me escuecen las mejillas por esa sal que brota de mi. Respiro. Y vuelvo la vista otra vez a esos escritos que hablan de muerte, de personas que fueron, de personas que tuvieron a gente que las quería. No me cabe más angustia en mi pecho y tengo que parar.
Ahora pienso, espero que la angustia vaya resbalando por mi cabeza hacía los píes. Ya está, estoy mejor ahora. Ya puedo hablar y pensar acerca de ello.

Llevo unos días que pienso, bueno me viene a la cabeza así de repente, que todo en esta vida no tiene un sentido fijo, un sentido de permanencia, que yo me lo tomo como algo que pasará toda la eternidad, parece que no me quiero acordar de que en algún preciso instante habrá un momento que tenga que enfrentarme a todo eso. A la realidad de mirar cara a cara a la muerte, que me tocará pasar todo eso de lo que hablamos los demás cuando vemos a alguien en ese trance y después, una vez que ya no sabemos donde están, pero que evidentemente tendrán que estar en alguna parte, porque eso si, siempre se sabe que algo más tiene que haber…¿no llega la luz a todos los rincones de este mundo?, la luz siempre vence, en lugares donde no hay luz como en el fondo del océano, que parece que no llega, pues bien, si hay luz, los propios seres que viven en esas profundas oscuridades forman ellos mismos la luz, es increíble pero si, la luz llega a todos los rincones de este mundo. Luego no hay un final, hay una continuidad, pero es un trago muy fuerte, muy especial. Esos seres que recordamos y que ya no están aquí, con nosotros. Esos seres a los que dedicamos nuestros más encendidos sentimientos, algún día, yo, tendré que estar de su lado, me tendré que ver así. ¿Dónde queda todo esa seguridad de la que me hago dueño ahora, ese pensar en la eternidad. No, no es así, todo acaba y todo será de otra forma.

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