Almaciga III
Una vez a salvo, la vida se expresaba en todo, cualquier pequeño movimiento, el más mínimo acto era reflejo de auténtica vida vivida. Los sentidos eran puertas abiertas de par en par a la luz y a los colores y a las formas. El hecho de respirar y que entrara todo el aire de vida dentro de mi cobró una importancia tal que veía en este acto automático e inconsciente que se realiza normalmente, inspirar- espirar, algo mágico, más que eso algo Divino. ¡Qué mecanismo tan perfecto! cada inspiración eran toneladas de vida que entraban en todo mi ser, inundando mi conciencia de felicidad. Era pura vida encarnada en todos esos momentos, actos automáticos y despreciados normalmente cuando no me encuentro en la situación en la que estaba.
La llegada a la orilla fue un exacto reflejo, pero en vivo, de esas llegadas de náufragos que vemos en el cine. Agotados y asfixiados, sin sostenernos de píe, traspiés y traspiés, aspirando cada partícula de oxigeno como si fuese la última partícula que quedase en la Tierra, llenando los pulmones con ansia. Mi amigo después de dar tres pasos se tiro a la arena ¿o se desmayó?, se desplomó y arañando cada gota de aire con todos sus músculos me dijo que algo le estaba pasando ya que no podía mover el brazo y la pierna derechas, cierto algo pasaba, miraba a esas partes y las tenía rígidas y con una postura antinatural. Mi amigo estaba realmente nervioso. Probablemente tuvo o una hipertonicidad muscular por el esfuerzo o algo más grave. Se le acabo pasando a las horas pero le duro días la secuela del agotamiento y el esfuerzo. Tardamos varias horas en recuperarnos lo suficiente para, una vez que lo habíamos hablado aunque no me acuerdo a quien se le ocurrió, ir a buscar a nuestro ángel de la guarda, a nuestro salvador y darle esas gracias que se dan después de que alguien te haya salvado la vida. Son unas gracias especiales, diferentes a las que se dan normalmente. El chico era un surfero que formaba pandilla con otros, jóvenes y alegres. Era un guapo y simpático chico rubio con grandes rizos y ojos claros, nos dijo que la zona donde nos bañábamos era una zona de remolino, de resaca, el mar te absorbía hacia alta mar, que allí se habían ahogado varias personas, la última un chaval que estaba haciendo la mili en la isla, que miro de casualidad y nos vio allí, que estuvo un rato mirándonos y que se dio cuenta que estábamos en dificultades y, como la cosa más natural del mundo, fue a echarnos una mano con su tabla de surf. Como guinda a toda esta historia, terminó diciéndonos que hacía dos días había sacado del mismo pozo a una señora mayor y extranjera. No sé cuantas veces le dimos las gracias, no sé cuantas bromas y risas seminerviosas hicimos y no sé si se nos notaba mucho o demasiado lo agradecidos y las ganas de que él se diera cuenta de que lo estábamos, pasamos un buen rato charlando con él porque hacerlo era inmensamente gratificante para nosotros.
Y a partir de ese 7 de julio mi amigo y yo volvimos a nacer y la vida nos dio una segunda oportunidad.
Y esto es lo que quiero expresar aquí, que de repente y no sé a cuento de qué, salvaron mi vida. En unos instantes todo se decidió, morir o vivir, una cosa o la otra. Para mi fue blanco, me tocó lo positivo, el amor, el mediodía, el ying...en contraposición al negro, negativo, odio, oscuridad, el yang...por eso digo y estoy totalmente convencido de que siempre el "lado oscuro" sale derrotado y que la luz no desaparece en un agujero negro. Así me enseñó la vida ese día y me marcó para el resto de mis días. Toda lucha que en la que me vea envuelto estará determinada por ese conocimiento que la vida me reveló aquel día.
Lo primero que me sorprende es ¿por qué?, ¿qué factores se tuvieron en cuenta para que salvara la vida ese día?.
Lo segundo es la increíble enseñanza de que no somos absolutamente nada sin los demás, que son tan necesarios como cualquier función vital que mi cuerpo realice para seguir manteniéndome vivo.
Una tercera sorpresa que me regaló la vida fue la existencia del agradecimiento en tal proporción que se transmutó en Amor, me dio una felicidad que pienso que provenía de lo agradecido que me encontraba hacia los demás, hacia los otros, esos que normalmente odio, pues ahora les miraba con cara de bobo y rendido de agradecimiento.
La cuarta fue algo más turbadora, durante mucho tiempo y aun lo sigo pensando, la vida es un "ahora si, ahora no" (como dice LR), la vida es efímera y tan frágil que creo que hago lo posible por estar ocupado pensando lo que sea antes que esto, así pienso que viviré más o que, mejor aún, nunca moriré. La muerte está a la vuelta de la esquina, en el momento menos esperado aparece, sin aviso, con sigilo. Es un hecho tan incontrovertible que no estoy aún preparado para asimilarlo y tenerlo presente en todos mis actos.
Por último aprendí que siempre se debe echar una mano al prójimo sin tener en cuenta la personalidad o las deudas pendientes que tengamos con él, porque no sabemos la angustia que estará pasando, nunca lo sabremos, y es terriblemente reconfortante el saber que hemos ayudado a alguien a salir del pozo donde él mismo se metió, por estupidez o vaya usted a saber, no es cuestión mía, pero si lo es el egoísmo arrebatador que me produce esa felicidad de saber que he hecho algo por alguien.
Me encuentro en un laberinto y ya hace tiempo, como todos los laberintos es muy difícil encontrar la salida, puede incluso que sepa por donde esta pero al haber dado tantas vueltas buscándola el mareo me desoriente … qué sé yo!!.
La certeza que sé es mi movimiento en círculos mientras transcurre mi vida. Otra de mis certezas es la lucha en la que nunca cejaré mientras me quede un ápice de fuerzas, porque puede que en el último instante, en la cincuentainueveaba parte de ese chasquido de dedos se hallé la salida. Mi esperanza reside en la ignorancia que tengo acerca del funcionamiento del flujo vital y arrasador de la vida, su funcionamiento y explicación, sus ¿por qué?, su misterio …
Mientras no lo sepa habrá una esperanza de que acierte por una causalidad no tenida en cuenta, si, puede que sea una rara hipótesis, pero he buscado tanto de forma racional que solo me queda confiar en el instinto y en mi comportamiento, por muy extraño que me resulte. Y en cualquier caso esta anécdota que he contado así me lo hizo ver, desde entonces toda mi seguridad desapareció … ¿qué me queda entonces?.