.......Manolo "Marhsall" el "dealer" más buscado por unos y otros, personaje de la noche, escurridizo y con contactos, esta vez si es verdad, hasta en el infierno.
Me llamó una noche, con una voz suave, monótona, tranquila, me dijo que la policía estaba buscando a los que habían vendido el caballo a esos estúpidos niños pijos.
A mi, el corazón o lo que fuese, se me colocó en la garganta, casi sin poder articular palabra, lo único que acerté a decir es que me dijese más cosas, que me contara todo lo que sabía y que me volviera a repetir lo que yo ya había oído de
sobra.
Mi cabeza era la típica "olla a presión", toda esa noche me la pase dando vueltas en la cama y en el coco.
Manolo "Marhsall" el dueño del "Hongo" me había aconsejado que hablase con mi amigo Alex y que nos pusiéramos de acuerdo para contar la misma historia, que no nos pillaran en algún renuncio.
Esta recomendación, que es la que se emplea por gente con tablas en las lides de la delincuencia, la traslado a todos aquellos que tengan, en alguna ocasión, un encuentro con la polícia-justicia. Se debe uno poner de acuerdo con la gente que participó en algún delito si la polícia los coje, sea mentira o verdad, no importa, pero todos deben contar la misma historia.
Casi ni me dio tiempo de llamar a Alex y, atropelladamente, inventarnos un pupurri de cosas verdaderas y falsas que contar si "alguien" nos preguntase. En esos momentos, uno, no sabe si lo está haciendo bien o mal, si le cojerá la polícia o le soltará, en esos momentos la mente, aunque trabaja como un fórmula uno, esta en blanco, como una nebulosa blanca, fria, distante.
Un día y medio después de la llamada de Manolo "Marhsall", a las 8 de la mañana, salía yo confiado de mi casa, iba a mis obligaciones cotidianas, y la verdad con la mente puesta en esas obligaciones. El portal es grande con puertas de cristal, se ve, desde dentro, lo que hay en la calle, nada más abrir la puerta y salir a la calle, sin saber de donde salían ni donde habían estado, dos tios, mejor dicho, dos armarios con patas y brazos me enseñaron lo que parecía un carné durante décimas de segundo y me soltaron aquello de:
"¿Jody Dito es usted?"...........Joderrr!! se me debio poner la peor cara de pollaboba vista hasta entonces. Lo tuvieron que repetir, esta vez un poco más alto.
"¿Jody Dito es usted?"...........el si, creo que ni yo mismo lo oí, ¿lo dije?, no sé.
"Brigada de Estupefacientes, acompáñenos"........creo que el blanco níveo de la nieve era negro comparado con mi cara.
Lo único, si, lo único que acerté a decir y fíjate que inmensa gilipollez, es...
"Tengo que ir a F., tengo que pasar un E. por favor....."
Clavados cuatro puñales en mis ojos, frente, mejillas o yo que sé donde, por la mirada de esos dos individuos, repitieron;
"acompáñenos"....así, sin más, no me regalaron ninguna palabra más.
Antes de dar un paso, uno de ellos, me hizo elevar algo mis brazos y metió su mano por todos mis bolsillos, a la vez que daba pequeñas palmadas en todo mi cuerpo...¡¡en la puerta de mi casa!!, gracias a Dios eran las 8 de la mañana.
Y, ¡¡Dios mío!!, pero qué absurda puede llegar a ser la vida, qué sorpresas te puede dar. En uno de los bolsillos había una pequeña "china" de hachis. Con una levísima sonrisa, ambos se miraron y el que la encontró se la metió en su bolsillo. Nada, ni un comentario salió de sus bocas.
Caminamos unos pasos, me metieron en un coche, que bien podría haber sido el de mi madre, y desde la parte de atrás empecé a observar esta ciudad que pareciera que no fuese la ciudad donde vivo. Miraba los coches, edificios, personas y todo ello lo veía como espectros en un sueño, no conceptualizaba, miraba con una atención despreocupada que daba a mi visión la categoría de pesadilla nocturna. Eran las 8 de la mañana.
De el portal de mi casa a la DGS (Dirección General de Seguridad) dependiente del Ministerio del Interior, el más temido de los Ministerios. Directamente al garaje, directamente a las dependencias de la comisaria que está dentro del edificio. ¿El edificio?, uno muy representativo, me encontraba dentro de la DGS, en la Puerta de Sol, en el Km cero de la estupidez, debajo del relog que todos los años da las 12 campanadas.
Allí, en los calabozos de los sótanos, en esos calabozos en los que dejaron sus firmas mucha gente conocida, ahí en su duro suelo en esas frias y forradas de azulejos blancos paredes, me pasé tres días con sus noches. Ha sido el "mono" más jodido que haya podido pasar en mi vida,
Tres días con sus noches, aplicación de la ley antiterrorista, sin poder hacer una llamada, ni al abogado ni a mi casa. Con "mono", con frio, con acojone, con todos los ingredientes de una película de denúncia social.
Tres días de interrogatorio, de mala comida, de manta sobre el frio suelo, de escalofrios, de mucho pensar, de mucho odio por la heroína, la causante de todos mis problemas. Fueron tres días con sus noches de aprendizaje, educativos. La vida enseñándome, La vida en toda su exuberancia.
Se acabó, no tengo más ganas de seguir con esta historia, me produce rechazo pensar en todo ello, rechazo y enfado. No, no sigo. Otro día será. Me arrepiento de haber empezado esta historia.